Escuinapa, Sin.- Hay historias que hacen que la piel se ponga "chinita", sucesos o casos relacionados con la brujería que en muchas ocasiones han terminado con la vida de los que se han visto involucrados en ellas.
El siguiente relato le sucedió a Luis, un escuinapense que asegura haber vivido un infierno al ser víctima de un "embrujo", allá por mediados del mes de mayo de 1989.
Todo inició una noche en la que él estaba durmiendo de manera tranquila. De pronto, comenzó a tener una pesadilla.
"Era una pesadilla que no me dejaba dormir, soñaba que un perro negro y con los ojos rojos me perseguía por la calle, por más que corría, no me le podía escapar, al darme alcance me derribó al suelo y comenzó a arrancarme la piel a pedazos. Fue tan real esa pesadilla que al despertar estaba bañado en sudor, la boca la tenía reseca y el corazón latiendo muy fuerte".
Pese a todo, Luis no le tomó mucha importancia, sino que la vio como una "mala pesadilla", pero a la siguiente noche volvió a pasar lo mismo y no pudo dormir.
"Fueron varios días los que pasé así, ya me daba miedo acostarme a dormir, así que opté por estar tomando café, para que el sueño no me venciera, pero después de una semana ya no pude más y tuve que dormir, pero más tardé en conciliar el sueño que en volver a tener esa pesadilla que me atormentaba muchísimo cada madrugada".
Al no soportar más la situación, Luis le contó a una amiga lo que le pasaba y además acudió con un psicólogo, quien le dijo que esas pesadillas eran miedos a los que tenía que hacerles frente para poder superarlos.
"Uno de tantos días en los que me encontraba ya acostado, listo para tratar de dormir, escuché ruidos provenientes de la calle, por miedo no me quise asomar, luego me llegó un olor fuerte a zorrillo, que me hizo vomitar varias veces, de lo insoportable que era".
Después de varias ocasiones de haber vomitado, tomó la decisión de agarrar su bicicleta e intentar llegar a la casa de esa amiga a quien le había contado lo que le pasaba. Fue entonces cuando a Luis le tocó vivir un terrible y amargo momento que no ha olvidado.
"Iba por la calle Francisco Pérez, al llegar a la esquina de La Paz, escuché unos ruidos feos, me entró miedo, pero no dejé de pedalear, seguí avanzando y llegando a la calle Francisco I. Madero, fue ahí donde mi pesadilla se estaba convirtiendo en realidad, miré venir a ese perro negro que en mis sueños me atacaba".
Luis se sintió perdido, sabía que por más que quisiera no lograría escapar de la maldad de ese perro que tenía días que no lo dejaba dormir tranquilo.
"Para mi suerte, miré que venía una camioneta, le pedí auxilio al conductor, subí la bicicleta a la camioneta y le pedí que me llevara al IMSS, en esa época estaba en el Centro, me llevó y ahí duré dos días internado, por lo débil que estaba mi cuerpo, pues ya tenía días que no dormía bien. Me preguntaba por qué no dormía y no les quise contar".
Aunque él no creía en esas cosas de la brujería, al salir de la clínica tomó la decisión de ir a Nayarit a visitar a un brujo que le habían recomendado y que le aseguraban le iba a quitar esa pesadilla que no lo dejaba descansar.
"Con mis dudas, pues siempre fui, ya lo que quería era poder dormir bien. Y para mi mala suerte, esa persona me dijo que a mí me habían puesto un mal, que me habían hecho una brujería para que yo muriera de locura, por eso eran mis pesadillas, en esa brujería me habían impregnado el olor a muerte y es por eso que el perro me perseguía".
Luego de haber acudido con ese brujo, la pesadilla poco a poco desapareció.
Aunque jamás volvió a tener ese horrible sueño, Luis comenta que su vida jamás volvió a ser la misma y aún vive con el temor de pasar por la calle Francisco Pérez, que fue el lugar en donde le salió ese perro que lo atormentaba.
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EL RELATO
La historia de Luis ocurrió en Escuinapa a mediados del mes de mayo de 1989. Y aunque ya no volvió a tener la pesadilla que lo atormentaba, su vida nunca volvió a ser la misma.
HECHIZO
Un brujo le dijo a Luis que alguien le hizo una brujería para que él muriera de locura al sentirse perseguido por un perro.
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