Escuinapa, Sin.- La actividad pesquera es característica del puerto de Teacapán, en donde la mayoría de los hombres aprenden el oficio desde pequeños y donde suceden infinidad de historias, muchas de ellas aterradoras.
Quien tiene mucho que contar es Julio, un hombre que tiene más de 30 años dedicándose a esta actividad. En todo ese tiempo ha sido testigo de muchas anécdotas, pero hay una de ellas que se le quedó bien grabada por el enorme miedo que sintió cuando la vivió.
Fue en el mes de septiembre de 1995, eran los inicios de la temporada de capturas de camarón, todos los pescadores del puerto, muy emocionados, zarparon mar adentro para permanecer alrededor de 30 días.
Julio era uno de esos pescadores que se adentraron en el mar en búsqueda de buenas capturas que les permitieran llevar "su dinerito" a sus familias.
Previo a embarcarse, recuerda que en la radio local se les informó sobre la aproximación de fuertes lluvias, por lo que lo único que les quedaba era encomendarse a Dios, para que les permitiera regresar con vida a sus hogares.
Avisados estábamos de que se vendrían unas fuertes lluvias, pero así nos adentramos en el mar, encomendados a Dios y a la Virgen, que lo único que estábamos haciendo era ir a buscar el sustento para la familia de uno Julio
Se llegó el primer día de trabajo, todo transcurrió con normalidad, las primeras capturas reflejaban un panorama alentador para Julio y sus compañeros.
En la noche inició lo bueno, ya pasaba de la media noche, ya estábamos descansando, cuando de pronto miro al cielo y veo que tenía un color así como rojizo, como si fuera sangre, y el viento estaba soplando despacio, sentí un poco de miedo, pero no comenté nada Julio
Al tercer día de estar embarcados, el 23 de septiembre de ese año, para ser exactos, los sorprendió por la mañana la primera tormenta de la temporada, fue entonces cuando le tocó vivir algo que jamás había visto en su vida.
Eran unos vientos fuertes, con ganas, todos estábamos refugiados dentro del barco, parecía que las ventanas se iban a reventar, el barco se sacudía muchísimo y de repente se calmó todo, como si nada hubiera pasado Julio
Aunque ya no había viento, el cielo se puso negro, como si fuera de noche, pero era iluminado los relámpagos.
Al ratito escuchamos un llanto, era un llanto de hombre, nos quedamos mirando entre nosotros, llegamos a suponer que se trataba de un náufrago y alcanzamos a mirar una panga y nos dirigimos hacia allá, pensando que ahí podía estar esa persona que lloraba Julio
Al llegar a esa embarcación se llevaron una gran sorpresa, pues no había ninguna persona, aunque estaba llena de camarón y pescado.
Se nos hizo raro, pero pues al estar sola, un compañero se aventó a la panga, para pasar los camarones y el pescado para con nosotros Julio
Ahí fue cuando comenzó lo más tenebroso, porque de pronto todo se llenó de una neblina espesa que no permitía ver con claridad y empezó a correr un viento que traía olor a cadáveres putrefactos.
Era una peste que no aguantábamos, nos hizo vomitar a todos y pues no sabíamos de dónde venía esa peste, porque estábamos en mar abierto. De pronto, volteamos para el agua y ahí fue cuando ya la cosa se puso fea, se vieron unas cosas en el agua como si fueran cientos de cuerpos, gente muerta y algunas caras que me miraban como si me estuvieran pidiendo ayuda Julio
Aterrados, se regresaron a su barco y lo único que les quedó por hacer fue tomar camino de regreso a tierra firme.
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Hasta ahorita no sé a qué se debió eso, lo poco que he sabido es que hay momentos en la vida que la realidad y el espacio chocan y eso cambia la percepción de las cosas, es lo único que creo pudo haber sido que nos pasó aquella vez. Todos quedamos aterrados y cuando llegamos a tierra firme no pensamos en otra cosa más que en olvidar lo sucedido, pues no le encontramos explicación Julio
FECHA
El suceso que vivieron Julio y sus compañeros ocurrió el 23 de septiembre de 1995.
DATO
30 años lleva Julio embarcándose cada temporada de camarón.
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