/ lunes 26 de junio de 2023

Los hot dogs del "profe Lizola": un secreto escuinapense guardado más de 40 años

Los hijos de Héctor Lizola mantienen viva una tradición familiar de gastronomía escuinapense

Más de 40 años han transcurrido desde que inició con su puesto de venta de hot-dogs el "Profe Lizola", un hombre que hasta los últimos días de su vida se entregó a su pequeño establecimiento que hoy es parte de la tradición culinaria en el municipio de Escuinapa.

La historia de este pequeño establecimiento que en la actualidad lo trabajan los hijos del finado y bien conocido profesor Héctor Saúl Lizola Margoli dio inicio hace ya 42 años, lo que ha valido para que este pequeño establecimiento gastronómico sea una parada obligada para quienes viven o acuden a Escuinapa.

Puedes leer: Historias del Sur: las manos que le dan vida a una tradición

Héctor Alfredo Lizola Ramos, uno de los tres hijos del "Profe Lizola", al igual que sus hermanos, siguen dándole vida a lo que su padre les dejó.

"Por qué seguir con la tradición de mi papá, en primera, por amor a él, que en paz descanse y en segunda, para reconocer el esfuerzo que él hizo durante tantos años. Él aquí en el negocio dejó parte de su vida, porque manejaba un horario que era entre las 8 de la noche y las 5 de la mañana", dice su hijo Héctor.

El “Profe Lizolallegó a Escuinapa para ser gerente de la Comisión Federal de Electricidad, luego de unos años logró ingresar al magisterio y siendo ya trabajador de la educación fue cuando decidió buscar un complemento.

Fue así que puso su carrito de hot-dogs en la esquina de las calles Miguel Hidalgo y 22 de diciembre, donde implementó un estilo de preparación diferente al que ya existía en el municipio, por lo que rápidamente se colocó en el gusto de los escuinapenses.

Foto: Jesús López | El Sol de Mazatlán

"Mi papá decía que él quería hacer un hot-dog diferente, entonces utilizó formas de elaboración que no eran muy comunes en este tipo de negocios, como la salchicha de pavo, la mayonesa y le añadió los demás aderezos, después siguió generando nuevas formas de elaboración, como el que lleva tocino y el especial, pero además le añadió una pasta, que es el toque secreto. También armó el momia y el de camarón, que son únicos; mi papá quería ser un pionero en la venta de los hot-dogs en Escuinapa y lo logró", señaló.

Un dato de importancia en la historia de este establecimiento es que el "Profe Lizola" laboraba hasta altas horas de la noche, por lo que los jóvenes y adultos que salían de fiesta o acudían a los bailes del Centro Social Hidalgo y de la disco "El Patio", que eran los lugares de fiesta de aquellas épocas, sabían que al salir ahí encontrarían algo para comer.

Héctor Saúl comenta que el puesto de su papá era un punto se reunión de los grupos de amigos y que existen algunas historias de parejas que se conocieron comiendo un hot-dog ahí con ellos y al paso del tiempo terminaron formando familia.

"A lo largo de los años, cuando había bailes en el Hidalgo y en El Patio, personas se conocieron aquí, aquí iniciaron a noviar, era punto de reunión de las parejas que actualmente son matrimonios. Todavía vienen a comprarnos hot-dogs y recuerdan lo que vivieron en aquellos años. También ahorita vienen personas adultas que cuando eran niños los traían sus papás a comer y ahora esos que fueron niños traen a sus hijos, nietos y recuerdan sus vivencias".

Además, al “Profe Lizola” le tocó en varias ocasiones atender y ofrecer sus hot-dogs a artistas y a músicos que después de sus presentaciones acudían a comer, entre los que se encuentran Banda El Mexicano, Pancho Barraza, “El Coyote”, entre muchos otros artistas que han pasado por el puerto.

Aunque el "Profe Lizola" falleció hace alrededor de cuatro años, Héctor Saúl y sus hermanos, quienes con el trabajo de sus padres lograron convertirse en maestros, siguen con el trabajo que se les enseñó y el cual esperan siga por muchos años.

"Estamos agradecidos con todas esas personas que son nuestros clientes y siguen consumiéndonos, que gracias a ellos este negocio sigue con vida, esperemos que esto siga generación tras generación".

Más de 40 años han transcurrido desde que inició con su puesto de venta de hot-dogs el "Profe Lizola", un hombre que hasta los últimos días de su vida se entregó a su pequeño establecimiento que hoy es parte de la tradición culinaria en el municipio de Escuinapa.

La historia de este pequeño establecimiento que en la actualidad lo trabajan los hijos del finado y bien conocido profesor Héctor Saúl Lizola Margoli dio inicio hace ya 42 años, lo que ha valido para que este pequeño establecimiento gastronómico sea una parada obligada para quienes viven o acuden a Escuinapa.

Puedes leer: Historias del Sur: las manos que le dan vida a una tradición

Héctor Alfredo Lizola Ramos, uno de los tres hijos del "Profe Lizola", al igual que sus hermanos, siguen dándole vida a lo que su padre les dejó.

"Por qué seguir con la tradición de mi papá, en primera, por amor a él, que en paz descanse y en segunda, para reconocer el esfuerzo que él hizo durante tantos años. Él aquí en el negocio dejó parte de su vida, porque manejaba un horario que era entre las 8 de la noche y las 5 de la mañana", dice su hijo Héctor.

El “Profe Lizolallegó a Escuinapa para ser gerente de la Comisión Federal de Electricidad, luego de unos años logró ingresar al magisterio y siendo ya trabajador de la educación fue cuando decidió buscar un complemento.

Fue así que puso su carrito de hot-dogs en la esquina de las calles Miguel Hidalgo y 22 de diciembre, donde implementó un estilo de preparación diferente al que ya existía en el municipio, por lo que rápidamente se colocó en el gusto de los escuinapenses.

Foto: Jesús López | El Sol de Mazatlán

"Mi papá decía que él quería hacer un hot-dog diferente, entonces utilizó formas de elaboración que no eran muy comunes en este tipo de negocios, como la salchicha de pavo, la mayonesa y le añadió los demás aderezos, después siguió generando nuevas formas de elaboración, como el que lleva tocino y el especial, pero además le añadió una pasta, que es el toque secreto. También armó el momia y el de camarón, que son únicos; mi papá quería ser un pionero en la venta de los hot-dogs en Escuinapa y lo logró", señaló.

Un dato de importancia en la historia de este establecimiento es que el "Profe Lizola" laboraba hasta altas horas de la noche, por lo que los jóvenes y adultos que salían de fiesta o acudían a los bailes del Centro Social Hidalgo y de la disco "El Patio", que eran los lugares de fiesta de aquellas épocas, sabían que al salir ahí encontrarían algo para comer.

Héctor Saúl comenta que el puesto de su papá era un punto se reunión de los grupos de amigos y que existen algunas historias de parejas que se conocieron comiendo un hot-dog ahí con ellos y al paso del tiempo terminaron formando familia.

"A lo largo de los años, cuando había bailes en el Hidalgo y en El Patio, personas se conocieron aquí, aquí iniciaron a noviar, era punto de reunión de las parejas que actualmente son matrimonios. Todavía vienen a comprarnos hot-dogs y recuerdan lo que vivieron en aquellos años. También ahorita vienen personas adultas que cuando eran niños los traían sus papás a comer y ahora esos que fueron niños traen a sus hijos, nietos y recuerdan sus vivencias".

Además, al “Profe Lizola” le tocó en varias ocasiones atender y ofrecer sus hot-dogs a artistas y a músicos que después de sus presentaciones acudían a comer, entre los que se encuentran Banda El Mexicano, Pancho Barraza, “El Coyote”, entre muchos otros artistas que han pasado por el puerto.

Aunque el "Profe Lizola" falleció hace alrededor de cuatro años, Héctor Saúl y sus hermanos, quienes con el trabajo de sus padres lograron convertirse en maestros, siguen con el trabajo que se les enseñó y el cual esperan siga por muchos años.

"Estamos agradecidos con todas esas personas que son nuestros clientes y siguen consumiéndonos, que gracias a ellos este negocio sigue con vida, esperemos que esto siga generación tras generación".

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