/ sábado 23 de abril de 2022

Los “malabares” de un comerciante en la pandemia

Roberto Lem Páez es uno de los miles de empresarios que ha hecho “de todo” para mantener de pie el negocio familiar

Mazatlán, Sin.- Roberto Lem Páez es un empresario mazatleco que durante la pandemia del Covid-19 ha hecho “circo, maroma y teatro”, como se dice coloquialmente, para no tener que bajar las cortinas de sus papelerías; a dos años de esta emergencia sanitaria, reflexiona, ve el camino recorrido y sabe que han valido la pena los ajustes y sacrificios que hizo para no claudicar.

La ausencia de clases presenciales a partir de marzo del 2020 fue devastadora para este tipo de comercios en todo el mundo, incluidos los del mazatleco, quien de un momento a otro vio bajar sus ventas hasta más del 70%.

Puedes leer: Una nueva experiencia turística: El crucero que irá a las Islas Marías

Aguantar dos años ha sido todo un reto, pero sobre todo hacerlo sin despedir a mucho personal, ni cerrar ninguno de los siete puntos de venta con los que cuenta por diferentes zonas de Mazatlán.

“Cuando las autoridades federales hicieron el anunció del primer confinamiento social, empecé a hacer ajustes para poder salir adelante, empieza el plan emergente, pero antes de que se cumpliera el plazo, se vuelven hacer otro anuncio de otros 40 días, entonces ya empiezas a ver los estados financieros del meses y te das cuenta que las cosas no van a estar tan fáciles”, recuerda.

De un ajuste a otro, de una fecha a otra, cuando menos lo pensó, sus ingresos habían disminuido considerablemente y no se veía para cuándo se regresaba a la normalidad.

“Cuando empiezan las clases en línea es cuando empieza el circo para nosotros, porque como empresarios tuvimos que hacer malabares, prácticamente circo, maroma y teatro, como se dice, porque sin estudiantes en las escuelas, lo que ofertamos prácticamente se quedaba en nuestras vitrinas".

APRENDIZAJE DE VIDA

Para el joven empresario de 29 años de edad, la pandemia lo preparó como ninguna otra cosa lo pudo haber hecho, el aprendizaje que le ha dejado lo llevó a crear e improvisar estrategias que no se pueden encontrar en un manual, sino en la vida misma.

“Al no tener demanda, se entra en una recesión, no hay materia prima, no hay fluidez en el comercio, se tienen deudas con bancos, proveedores, gastos fijos como nóminas y rentas. Un panorama negro en ese momento”, comenta.

"Entonces tienes que apalancarte de cosas que nunca te hubieras imaginado, si tengo cuatro camionetas me quedo con tres, si tengo tanto invertido en activo fijo me deshago de dos o tres cosas, porque ya tengo deudas con bancos, proveedores entonces qué sigue: método de financiamiento, recursos humanos, planes mercadotecnia, pero todo improvisado, porque es algo nuevo para todos".

Además, tuvo que generar otros canales de venta, como lo hicieron muchos negocios y emprendedores en todo el mundo. La situación era crítica y tenía que reinventarse.

“En las papelerías Gran Oriente no teníamos ventas por internet y nunca habíamos tenido un servicio a domicilio, así que nos arrancamos con eso y gracias a Dios y a la vida seguimos platicando del tema y seguimos en la jugada, pero también hay muchos que no lograron superar esta situación y tuvieron que cerrar, pero lo peor es que muchos perdieron la vida”.

Él es Licenciado en Mercadotecnia con mucha afinidad por las finanzas, pero el tema humano fue el que lo marcó en esta pandemia, el tener que dejar ir a colaboradores, porque no tenía más opciones ni recursos económicos para que siguieran trabajando con él, fue bastante duro.

Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

EL LEGADO

Roberto ha sido comerciante desde niño, ya que todas las tardes se iba a la papelería Gran Oriente con su abuelo y le gustaba mucho atender a los clientes. Ahí, en el negocio familiar que ya tiene 33 años en Mazatlán, jugaba a trabajar.

“A mí me cambiaban los pañales en las copiadoras, yo conozco las marcas de los lápices y borradores antes que las tablas de multiplicar, yo aprendí a vender antes que sumar, yo crecí en este entorno el comercio, yo siempre pensé en seguir el negocio familiar, porque eso es lo que a mí me ha apasionado desde niño".

En el 2015, él vivía en Guadalajara, donde estudió y ya trabajaba para una empresa trasnacional; en una visita que le hicieron sus papás le propusieron trabajar juntos, pero en ese momento no les dio una respuesta, sino hasta unos meses después. Aunque sabía que era su camino, quería tomarlo en el momento justo,

"Ya cuando les dije que sí, entonces vienen las ‘letras chiquitas’, me comenta mi papá que para trabajar juntos necesitaba que le presentara un proyecto de crecimiento, que tenía que estudiar el negocio y si eso funcionaba, era bienvenido, pero si las cosas seguían igual, o decrecían, iba a tener que buscar por su cuenta a otra persona".

Con mucha responsabilidad, vivió el cambio generacional de los negocios de la familia que ahora están bajo su mando, pero destaca el aprendizaje que le deja la labor que hizo su padre Roberto Lem Gonzalez.

"No es fácil lograr una transición generacional, tampoco hacer equipo con tu familia, para nosotros ha sido complejo, pero lo hemos disfrutado y hemos aprendido uno del otro. Este gran equipo no solo somos mi papá y yo, sino una familia completa. Mi mamá, que es un pilar fuerte, mientras mi papá y yo golpeamos la mesa, ella pone el equilibrio; mis dos hermanos, muy comprensivos con la situación, han sido un gran soporte, y por supuesto que los colaboradores que nos han acompañado y que siguen con nosotros".

Fue un gran reto para él, pero finalmente era en el comercio donde había crecido, así que sabía que podía hacer bien las cosas. A un año de tomar las riendas del negocio, aperturó tres sucursales.

"Eso no fue improvisado, sino fue derivado de un proyecto que se hizo, hicimos un proyecto económico y social desde Elota a Escuinapa, para poder proyectar cuándo íbamos a recuperar inversión y fue entonces cuando la empresa empezó con un crecimiento acelerado. Se tenía proyectado abrir en 2020 y 2021 tres sucursales más, pero llegó la pandemia y todo se tuvo que guardar".

Luego de que Sinaloa y Mazatlán se han mantenido estables en los casos activos de Covid-19, que se han incrementado al 90% los aforos en comercios, restaurantes y demás negocios, empiezan a ver la luz al final del camino. Los estudiantes de todos los niveles también han regresado a las escuelas, aunque no al 100 por ciento, pero eso es una esperanza para ellos.

Ahora su mente está enfocada en seguir con los proyectos que el Covid-19 paralizó para que la empresa familiar siga en crecimiento. Con mucho aprendizaje y con una visión totalmente diferente a la que tenía hace dos años, se siente preparado para enfrentar las batallas comerciales que se le presenten. Si logró sobrevivir a la pandemia, sabe que podrá superar lo que venga en el futuro en esta nueva normalidad.

NEGOCIO FAMILIAR

Gran Oriente Papelerías nació en febrero de 1989, es una empresa que fue cofundada por Juan Lem Noriega y Roberto Lem González en la esquina de la avenida Juan Carrasco y Ángela Peralta, en la colonia Reforma. Actualmente tiene siete puntos de venta por la ciudad.

EN RECUPERACIÓN

Según cifras de la Canaco, en el 2020 había 13 mil 952 negocios afiliados, de los cuales cerró un 20% por la pandemia; actualmente se tienen ya alrededor de 15 mil agremiados.

LA CIFRA

El 20% de las 160 papelerías afiliadas a la Cámara de Comercio de Mazatlán cerró de forma definitiva durante la pandemia.


Aguantar la pandemia dos años ha sido todo un reto para el empresario mazatleco. Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

Mazatlán, Sin.- Roberto Lem Páez es un empresario mazatleco que durante la pandemia del Covid-19 ha hecho “circo, maroma y teatro”, como se dice coloquialmente, para no tener que bajar las cortinas de sus papelerías; a dos años de esta emergencia sanitaria, reflexiona, ve el camino recorrido y sabe que han valido la pena los ajustes y sacrificios que hizo para no claudicar.

La ausencia de clases presenciales a partir de marzo del 2020 fue devastadora para este tipo de comercios en todo el mundo, incluidos los del mazatleco, quien de un momento a otro vio bajar sus ventas hasta más del 70%.

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Aguantar dos años ha sido todo un reto, pero sobre todo hacerlo sin despedir a mucho personal, ni cerrar ninguno de los siete puntos de venta con los que cuenta por diferentes zonas de Mazatlán.

“Cuando las autoridades federales hicieron el anunció del primer confinamiento social, empecé a hacer ajustes para poder salir adelante, empieza el plan emergente, pero antes de que se cumpliera el plazo, se vuelven hacer otro anuncio de otros 40 días, entonces ya empiezas a ver los estados financieros del meses y te das cuenta que las cosas no van a estar tan fáciles”, recuerda.

De un ajuste a otro, de una fecha a otra, cuando menos lo pensó, sus ingresos habían disminuido considerablemente y no se veía para cuándo se regresaba a la normalidad.

“Cuando empiezan las clases en línea es cuando empieza el circo para nosotros, porque como empresarios tuvimos que hacer malabares, prácticamente circo, maroma y teatro, como se dice, porque sin estudiantes en las escuelas, lo que ofertamos prácticamente se quedaba en nuestras vitrinas".

APRENDIZAJE DE VIDA

Para el joven empresario de 29 años de edad, la pandemia lo preparó como ninguna otra cosa lo pudo haber hecho, el aprendizaje que le ha dejado lo llevó a crear e improvisar estrategias que no se pueden encontrar en un manual, sino en la vida misma.

“Al no tener demanda, se entra en una recesión, no hay materia prima, no hay fluidez en el comercio, se tienen deudas con bancos, proveedores, gastos fijos como nóminas y rentas. Un panorama negro en ese momento”, comenta.

"Entonces tienes que apalancarte de cosas que nunca te hubieras imaginado, si tengo cuatro camionetas me quedo con tres, si tengo tanto invertido en activo fijo me deshago de dos o tres cosas, porque ya tengo deudas con bancos, proveedores entonces qué sigue: método de financiamiento, recursos humanos, planes mercadotecnia, pero todo improvisado, porque es algo nuevo para todos".

Además, tuvo que generar otros canales de venta, como lo hicieron muchos negocios y emprendedores en todo el mundo. La situación era crítica y tenía que reinventarse.

“En las papelerías Gran Oriente no teníamos ventas por internet y nunca habíamos tenido un servicio a domicilio, así que nos arrancamos con eso y gracias a Dios y a la vida seguimos platicando del tema y seguimos en la jugada, pero también hay muchos que no lograron superar esta situación y tuvieron que cerrar, pero lo peor es que muchos perdieron la vida”.

Él es Licenciado en Mercadotecnia con mucha afinidad por las finanzas, pero el tema humano fue el que lo marcó en esta pandemia, el tener que dejar ir a colaboradores, porque no tenía más opciones ni recursos económicos para que siguieran trabajando con él, fue bastante duro.

Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

EL LEGADO

Roberto ha sido comerciante desde niño, ya que todas las tardes se iba a la papelería Gran Oriente con su abuelo y le gustaba mucho atender a los clientes. Ahí, en el negocio familiar que ya tiene 33 años en Mazatlán, jugaba a trabajar.

“A mí me cambiaban los pañales en las copiadoras, yo conozco las marcas de los lápices y borradores antes que las tablas de multiplicar, yo aprendí a vender antes que sumar, yo crecí en este entorno el comercio, yo siempre pensé en seguir el negocio familiar, porque eso es lo que a mí me ha apasionado desde niño".

En el 2015, él vivía en Guadalajara, donde estudió y ya trabajaba para una empresa trasnacional; en una visita que le hicieron sus papás le propusieron trabajar juntos, pero en ese momento no les dio una respuesta, sino hasta unos meses después. Aunque sabía que era su camino, quería tomarlo en el momento justo,

"Ya cuando les dije que sí, entonces vienen las ‘letras chiquitas’, me comenta mi papá que para trabajar juntos necesitaba que le presentara un proyecto de crecimiento, que tenía que estudiar el negocio y si eso funcionaba, era bienvenido, pero si las cosas seguían igual, o decrecían, iba a tener que buscar por su cuenta a otra persona".

Con mucha responsabilidad, vivió el cambio generacional de los negocios de la familia que ahora están bajo su mando, pero destaca el aprendizaje que le deja la labor que hizo su padre Roberto Lem Gonzalez.

"No es fácil lograr una transición generacional, tampoco hacer equipo con tu familia, para nosotros ha sido complejo, pero lo hemos disfrutado y hemos aprendido uno del otro. Este gran equipo no solo somos mi papá y yo, sino una familia completa. Mi mamá, que es un pilar fuerte, mientras mi papá y yo golpeamos la mesa, ella pone el equilibrio; mis dos hermanos, muy comprensivos con la situación, han sido un gran soporte, y por supuesto que los colaboradores que nos han acompañado y que siguen con nosotros".

Fue un gran reto para él, pero finalmente era en el comercio donde había crecido, así que sabía que podía hacer bien las cosas. A un año de tomar las riendas del negocio, aperturó tres sucursales.

"Eso no fue improvisado, sino fue derivado de un proyecto que se hizo, hicimos un proyecto económico y social desde Elota a Escuinapa, para poder proyectar cuándo íbamos a recuperar inversión y fue entonces cuando la empresa empezó con un crecimiento acelerado. Se tenía proyectado abrir en 2020 y 2021 tres sucursales más, pero llegó la pandemia y todo se tuvo que guardar".

Luego de que Sinaloa y Mazatlán se han mantenido estables en los casos activos de Covid-19, que se han incrementado al 90% los aforos en comercios, restaurantes y demás negocios, empiezan a ver la luz al final del camino. Los estudiantes de todos los niveles también han regresado a las escuelas, aunque no al 100 por ciento, pero eso es una esperanza para ellos.

Ahora su mente está enfocada en seguir con los proyectos que el Covid-19 paralizó para que la empresa familiar siga en crecimiento. Con mucho aprendizaje y con una visión totalmente diferente a la que tenía hace dos años, se siente preparado para enfrentar las batallas comerciales que se le presenten. Si logró sobrevivir a la pandemia, sabe que podrá superar lo que venga en el futuro en esta nueva normalidad.

NEGOCIO FAMILIAR

Gran Oriente Papelerías nació en febrero de 1989, es una empresa que fue cofundada por Juan Lem Noriega y Roberto Lem González en la esquina de la avenida Juan Carrasco y Ángela Peralta, en la colonia Reforma. Actualmente tiene siete puntos de venta por la ciudad.

EN RECUPERACIÓN

Según cifras de la Canaco, en el 2020 había 13 mil 952 negocios afiliados, de los cuales cerró un 20% por la pandemia; actualmente se tienen ya alrededor de 15 mil agremiados.

LA CIFRA

El 20% de las 160 papelerías afiliadas a la Cámara de Comercio de Mazatlán cerró de forma definitiva durante la pandemia.


Aguantar la pandemia dos años ha sido todo un reto para el empresario mazatleco. Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

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