Culiacán, Sin.- Cuando la terapeuta, Lucy Cervantes Azcárraga, tomó la decisión de tocar los corazones de las personas que atraviesan por una crisis emocional, nunca pensó el impacto positivo que iba a lograr en sus pacientes y mucho menos que para algunos se iba a convertir en un ángel a la distancia.
Apasionada por el desarrollo de los seres humanos, desde hace 23 años, Lucy ha conjugado sus dos pasiones: la educación y la psicología, para impactar en la vida de personas que por diversas situaciones atraviesan por momentos críticos que afectan sus emociones y en algunos casos, su salud física.
A sus 52 años, es un orgullo para ella tener una licenciatura en educación preescolar, rama en la que ha laborado por 23 años como educadora; una licenciatura en psicología que la ha impulsado a llevar 12 años como terapeuta; dos maestrías en psicoterapia y actualmente cursa un doctorado en la materia.
Desde su trinchera como terapeuta en el Centro de Educación Incluyente y Salud Emocional (Crece) del Sistema DIF Sinaloa, Lucy ha formado parte del equipo multidisciplinario que atiende el call center Covid-19 desde el inicio de la contingencia sanitaria, lo que la ha llevado a experimentar un alto nivel de empatía con sus pacientes que están del otro lado de la llamada telefónica.
Son un sinfín de pacientes, desde niños hasta adultos, con quienes ha iniciado un proceso de acompañamiento durante la pandemia, por situaciones como crisis de ansiedad, depresión o duelo por el fallecimiento de un ser querido que fue arrebatado por el coronavirus.
EN DIFERENTES FORMATOS
“Para mí es una bendición en verdad, el sentirme tan afortunada de tener elementos, herramientas, como poder llegar a aportar y apoyar tantos corazones, en verdad, porque ahorita en la realidad ya llevamos más de mil 500 consultas (en el estado) a través del call center en lo que va de la pandemia”, expresó.
Con un tono dulce, un reporte previo de que es lo que está padeciendo la persona y sin importar la hora, Lucy atiende cada una de las llamadas que le canalizan del call center. Su primer paso es cambiar su propio chip después de escuchar el primer saludo del paciente, presentarse, entrar en su frecuencia con una actitud positiva y posteriormente da la sesión de terapia, mientras se va ganando su confianza.
“Que te puedo contar que no haya vivido, desde el sentir la empatía tan grande del duelo de una persona a la que se está atendiendo, que se acompaña desde ese acompañamiento cálido que todos necesitamos en algún momento, la escucha, de cómo ir atendiendo esas emociones que están ahí, que de pronto ni siquiera las identifican y ahí están”, explicó.
Mientras recuerda como varios pacientes han sido dados de alta, algunos siguen activos y a unos más se les da seguimiento, es para Lucy una experiencia maravillosa el cómo ha podido llegar a tantas personas de Sinaloa, Tijuana y hasta de Estados Unidos, en terapias que no son frente a frente, en donde la interacción es diferente, pero el resultado es el mismo.
“Quisiéramos llegar al corazón y la vida de tantas personas y no porque seamos esa varita mágica, simplemente el poder sentir empatía por el dolor de otra persona, yo creo que ya con eso y el decir aquí estoy, te acompaño, yo creo que ya con eso es un bálsamo para que a través de la distancia podamos apoyar y hacer algo”, reconoció.
AGRADECIMIENTO
Es tanto el amor que Lucy deja en cada sesión de terapia, que algunos pacientes se niegan a ser dados de alta aunque ya hayan finalizado su proceso de acompañamiento, por tener en ella una persona que escucha sus pensamientos.
Para otros, es tanto el agradecimiento que se ha convertido hasta en su ángel, por enseñarlos a superar esa parte de su vida que parecía no tener una solución y que públicamente reconocen su trabajo como terapeuta del DIF.
“Sentía el corazón grandote de gusto, porque a pesar de que no los conozco, se puede transmitir ese amor como seres humanos, se puede y yo lo palpo y eso me fortalece todos los días”, destacó.
Sin olvidar que ella también es un ser humano que ocupa ser escuchado, cada vez que tiene oportunidad se une con sus compañeros en video llamadas para recibir una terapia grupal y compartir su experiencia y pensamientos.
Cuando se llega a presentar un caso que es complicado dar terapia por llamada, busca la manera de brindar la atención de manera presencial para que reciba el acompañamiento que requiere en el momento.
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“Esa es la intención, ese es el deseo de poder llevar en la distancia un poquito de alegría a lo mejor, de paz, de tranquilidad, de ir aceptando una realidad, porque cuanto más nos resistimos, más persisten estas situaciones, el ir reconociendo que es parte de lo que nos tocando vivir ahorita”, señaló.
El tener un hijo que es médico y una hija que es psicóloga hace más fácil para Lucy el llevar la pandemia en su vida personal, al ser con quienes comparte las mismas filosofías. Ahora que su hijo atiende a pacientes Covid-19 a domicilio, no le queda más que cumplir con todos los cuidados para evitar ser contagiados.
Para Lucy su objetivo es que cada vez más personas exploren sus emociones y superen cada adversidad que la vida les pone, con o sin el acompañamiento de una terapeuta. Es para ella un camino que le da tanta satisfacción y agradece a Dios las oportunidades que le ha brindado para entrar en el corazón de tantas personas.
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