Mazatlán, Sinaloa.- Vengo de cuna militar, para mí el Ejército siempre ha sido mi vida, pues aquí nací y gracias a él tengo un trabajo, y como mamá, tengo para ofrecerles a mis hijas un hogarindicó Ariadna Serrano Jacobo, que desde hace casi 20 años forma parte de las filas de la Secretaría de la Defensa Nacional.
El consultorio dental de la Tercera Región Militar de Mazatlán, es el área de trabajo de esta joven madre, que mientras labora arduamente, sus tres pequeñas hijas la esperan en su hogar, donde la rutina cambia una vez que se hace cargo de ellas.
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Precisamente, fue en el entorno de la milicia donde se han desarrollado sus pequeñas, que admiran todo lo que ella ha realizado para sacarlas adelante, para formarlas como ciudadanas de bien.
De voz serena, recuerda que su incursión al Ejército se dio en el año 2000, al realizar un examen para poder entrar a la Escuela Militar de Odontología, donde 750 personas se disputaban uno de los 63 espacios que había disponibles.
La gran demanda que había por dichas vacantes, asegura, le dio para abajo, pues no pensaba que lograría quedarse, aunque posteriormente fue su propio padre, quien también es militar, el que le dio la sorpresa de que había quedado y sin la necesidad de su apoyo.
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Aclaró que si alguien no aprueba los exámenes y mucho más el cultural, nadie puede ingresar al Ejército, por lo que las ayudas de familiares sobran para poder ser militar.
Desde ese entonces y a la edad de 23 años, mencionó haberse separado de su familia, para hacer su propia vida dentro de las fuerzas armadas, donde poco después conocería a su esposo, también elemento de la Sedena.
Tuvieron que pasar cuatro años, en los que combinó las carreras de odontología y militar, para poder egresar como dentista militar, periodo en el estuvo al menos un año en la Clínica de Especialidades Odontológicas.
Al paso de un año, menciona haber sido enviada a diferentes partes de la República Mexicana, aunque fue en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, donde tuvo su primera unidad.
Ese lugar, reconoce, le trae muchos recuerdos, no sólo porque se trataba de la primera zona asignada, o porque era mucho el temor de estar en un sitio donde recientemente se había levantado el llamado Ejército de Liberación Nacional.
Y es que en esa parte del sur del país, conoció lo que es el respeto por estar en un batallón, que era conformado por 600 hombres, y ahora una mujer más formaba parte de él.
“Tuve que adaptarme a la actividad que ellos desempeñaban ahí, pues como dentista tenía mi horario, pero también tenía que incorporarme con ellos a otras actividades, como marchar o realizar medidas de seguridad con el arma, correr”.
Dicha experiencia, asegura, ayudó a formar su carácter, principalmente de cómo dirigirse a los soldados y los altos mandos, así de cómo tratar la problemática que presenta cada uno de los elementos.
Después de siete años dentro de la milicia, indicó haberse casado, precisamente con un militar al que conoció en el estado de Chiapas, y con quien procreó a sus dos primeras hijas.
Tras ser asignada a Veracruz, su esposo pidió su cambio para estar cerca de ella, pero lamentablemente perdió la vida al momento que se hallaba en una operación en el estado de Tamaulipas.
El deceso de su pareja, hizo que buscara el refugio de sus padres, que en ese entonces vivían en un municipio del sur de Sinaloa, por lo que fue enviada a laborar al Octavo Batallón de la Tercera Región Militar con sede en Mazatlán.
Su mamá y sus hermanas, asegura, han sido vitales para sacar adelante a sus niñas, a quienes no pierden la oportunidad para cuidarlas mientras ella se halla en el trabajo.
No obstante, comenta, los tiempos han cambiado y en la milicia los mandos han logrado aceptar y lo que conlleva el término de equidad de género, lo cual ya no es como antes.
“Si hay equidad, porque los compañeros tienen el derecho de poder solicitar permisos para estar presentes en el nacimiento de sus hijos, estar a su cuidado e inclusive acudir a las juntas de las escuelas”.
Como madre de familia, reconoce la labor que realiza el Ejército para darle su espacio a la mujer, y más a las mamás que tienen que estar al pendiente del trabajo y sus hijos.
Por lo anterior, comenta hablar maravillas de su lugar de labores, cada vez que sus hijas le hacen un cuestionamiento que tiene que ver con el trabajo que desempeña.
“A ellas les da mucha inquietud venir a mi trabajo, ver qué estoy haciendo o por qué me saludan, los saludos, y por qué me dicen mi capitán, buenos días o buenas tardes, y pues ya les explico el respeto que tenemos entre nosotros”.
Aunque están pequeñas aún, precisa, cualquiera de sus hijas que quiera entrar al Ejército, tienen su apoyo absoluto, pues será mucho el beneficio que tendrán al formar parte de la milicia.
Para este día de las madres, la Capitana Primero, cirujano dentista del Ejército Mexicano, señala, no laborará, pues los altos mandos decidieron dar el día a las militares que tienen la dicha de ser mamá.
Una vez en casa, no descarta que sus hijas le canten las mañanitas o le den un obsequio, como prepararle el desayuno, como ha ocurrido en otros días de las madres.
Ya más tarde, indica, acudirá con sus hermanas y su mamá para disfrutar lo más que se puede de esa fecha tan especial, que es uno de los pocos días que en el Ejército les dan para disfrutar al 100%.
Ariadna, reconoce que ser mamá es un compromiso muy grande, que aún así, después del embarazo se dan cuenta que no están preparadas para ser madre, pues no hay nadie que enseñe cómo ser mamá, cómo educar a los hijos.