Mazatlán, Sin.- El panteón Renacimiento de Mazatlán se llenó de vida y recuerdos este 1 de noviembre, cuando decenas de familias se reunieron para conmemorar el Día de los Angelitos.
Entre las tumbas, flores de cempasúchil y veladoras iluminaron el espacio mientras el aroma a copal flotaba en el aire, acompañan a quienes acuden a recordar a sus hijos y nietos que partieron demasiado pronto.
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Madres y padres recorren el panteón con paso lento, llevan en las manos juguetes, flores y dulces, mientras en sus rostros se percibe una mezcla de dolor y ternura.
Para algunas mujeres, el peso de los años no ha logrado apagar el vacío que dejaron sus hijos, y al acercarse a las pequeñas lápidas, las acarician, como se busca ese abrazo imposible.
Cada tumba es una ofrenda personal. Algunas están decoradas con peluches y globos de colores, otras con juguetes y dulces que evocan la infancia interrumpida.
Las familias encuentran consuelo en esta tradición, un momento en el que pueden hablar en voz alta, reír al recordar alguna travesura, o llorar sin reservas.
La atmósfera es tranquila, casi sagrada. Algunas familias recitan oraciones, mientras otras cantan canciones que alguna vez hicieron sonreír a sus pequeños.
Las conversaciones entre padres y madres que comparten el mismo duelo se convierten en momentos de consuelo, donde intercambian historias y encuentran compañía en el dolor.
A medida que el sol comienza a ocultarse, el panteón se convierte en un mar de luces titilantes, mientras las familias encienden veladoras y se despiden de sus angelitos.