Escuinapa, Sin. -El poder ayudar a toda clase de personas en momentos o situaciones apremiantes, en donde la mayoría de las ocasiones están en riesgo sus vidas, es la mayor satisfacción que Manuel Alfonso Astorga Peraza tiene en sus 20 años como socorrista y paramédico de la Cruz Roja en la delegación de Escuinapa.
“Manuelito”, como es conocido entre sus compañeros y amigos, comenta que su objetivo de vida era convertirse en doctor especialista en Ginecología, pero por cuestiones adversas de la vida no pudo hacerlo, por lo que optó por ser enfermero y así poder desarrollarse profesionalmente en el ámbito de la medicina.
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Tras concluir su preparación fue cuando se le presentó la oportunidad de ingresar como voluntario a la Cruz Roja Escuinapa, en donde ha permanecido 20 años.
Fue exactamente el 1 de marzo del ya lejano 2005 cuando llegó por primera vez a la delegación de Cruz Roja, la cual se ha convertido en su segunda casa, formando parte de esta familia.
Relata que fue ese mismo día cuando le tocó subirse por primera vez a atender una emergencia en la ambulancia, hecho que recuerda a la perfección.
“La primera vez que salí a un servicio sentí un poco de miedo, porque el trabajo de paramédico a enfermería es muy diferente, aquí son cuidados prehospitalarios, sentí miedo de cómo iba a responder la gente, cómo íbamos a responder ante el enfermo, fue un accidente en la calle Morelos y el Malecón, una señora atropellada en una motocicleta, ese fue mi primer servicio, iba junto a mi compañero Pichi (Juan José Breceda) y una enfermera”, relata.
Desde ahí inició su ya largo camino como socorrista y paramédico, en el cual le ha tocado atender una infinidad de emergencias, desde pacientes enfermos en sus hogares hasta accidentes fuertes que han dejado pérdidas humanas.
El dolor lo entristece
En estas dos décadas que lleva dedicado a su labor, lo que más le ha marcado es ver y ser testigo de la pérdida de vida de niños y niñas, situación la cual dice le ha afectado severamente en muchas ocasiones.
“A mí lo que más me marca es ver la pérdida de pacientes pediátricos, niños que han perdido la vida en accidentes viales, quemaduras”, señala.
Asimismo, detalla que lo más difícil de su labor es ver el sufrimiento y dolor de las personas en momentos trágicos, en lo cual poco se puede hacer.
“He visto tantas cosas que hieren a las familias, tanto dolor, tanto sufrimiento que me he confrontado y que he tenido que aguantar porque nosotros no podemos ponernos a llorar delante de las personas, nada más queda aguantarse y ponernos en el lugar de ellos y respetar, eso es lo que me marca más”, resalta.
Actualmente, Manuel Astorga es elemento de Cruz Roja activo y en todo este tiempo le ha tocado ver ya pasar un gran número de muchachos jóvenes que en algún tiempo han servido de una u otra manera en la institución.
Aunque ya en ocasiones, por la cuestión de su labor como enfermero en el Hospital de Escuinapa, ha pensado en dejar su labor como elemento remunerado y pasar a ser un voluntario, esto no se ha dado, asegurando que su pasión por servir siempre va a permanecer.
La mayor paga que ha recibido en estos 20 años es saber que, con su accionar, ha podido ayudar a personas de toda clase y sin distingo.
“Esto me deja la satisfacción de servir a la gente más que nada, porque nosotros estamos para toda la gente, no conocemos la distinción de personas, a todos se atiende, lo que me deja es saber que ayudamos a las personas a sobrevivir, a levantarse de momentos difíciles, tanto en accidentes como en desastres naturales, eso me deja, saber qué hacemos algo bien para las personas”, puntualiza.