Mazatlán, Sin. Un día, a Patricia Bernal no la dejaron subirse a un taxi porque “olía muy fuerte” a camarón; ella ha dedicado los últimos 50 años de su vida a ser empacadora en una comercializadora de Mazatlán, y aunque sabe que prácticamente vive impregnada de ese peculiar “aroma”, es algo que no puede remediar y se siente discriminada cuando le sucede algo similar.
"Las mujeres empacadoras nos enjarramos de crema, de perfume y salimos a la parada del camión y hay choferes que ya nos ubican y no nos suben, a mí me tocó llamar a un taxi y en cuanto abrió la puerta el taxista nos dijo: ‘no las voy a llevar’, nunca se me va olvidar eso. Muchas veces nos han hecho el feo y nosotros no tenemos culpa", afirmó.
Para ella, la pesca lo ha sido todo en su vida. Estudió primeros auxilios en la Cruz Roja del puerto, hace ya más de cuatro décadas, pero le gustó más trabajar en el camarón, porque en aquella época se ganaba mucho dinero y eso lo hacía muy atractivo, situación que ya cambió, ya que las temporadas son más cortas y las ganancias menores.
Su madre desempeñaba este oficio y fue de ella de quien aprendió a conocer los colores, tallas y calidad del camarón.
"Mi mamá trabaja en el camarón, era pesadora y tenía que sacar adelante a ocho hijos, así es que el que iba alcanzando la mesita del camarón, de todos mis hermanos, tenía que trabajar. A los 12 años empecé pelando camarón, de ahí me pasaron a la sala destilado, luego me fui al empaque, salí muy buena empacadora".
A esa edad empezó a trabajar en una congeladora y actualmente, a sus 62 años, sigue en la misma actividad. Y ahí continuará mientras tenga fuerzas.
En el pasar de los años, ha visto pasar muchas temporadas donde la producción ha disminuido, de procesar 17 toneladas al día de un solo barco, ahora apenas traen dos toneladas y media, cuando mucho.
El trabajo por cinco décadas y su paso por varias plantas congeladoras le han dado una gran experiencia para desempeñarse como mayordoma en Productos Tirado, ubicado en el Parque Bonfil, donde ya tiene 17 años.
Aunque el trabajo no es nada fácil, porque en ocasiones llegan a tener jornadas de hasta 16 horas, le gusta y lo disfruta, ya que puede desempeñar todas las funciones, si es necesario, y sin ningún problema, como mayordoma, supervisora, control de calidad, pesadora, clasificadora, empacadora, peladoras, descabezadora. Lo importante es que el trabajo fluya como debe ser y ella se las sabe “de todas todas”.
"Sé cómo ganar el dinero, se nos ‘matan’ las manos, es muy pesado, empezamos desde antes de las 8:00 de la mañana, no tenemos hora de salida, hasta que se termina la faena de ese día, muchas horas paradas, mucho frío, las manos se nos rajan completamente por el contacto que tenemos con el hielo".
Ella tiene muchas mujeres a su cargo, para realizar todo el proceso para la exportación del camarón. Sin embargo, la convivencia diaria en ocasiones resulta difícil y más en las congeladoras, donde muchas veces el ambiente se vuelve tenso.
"Sí me han tocado pleitos de algunas compañeras, porque ellas están a destajo, si le echas una jaba de camarón más que a otras, las tengo que tratar de contentar, sí hay problemitas, pero se solucionan, necesitamos carácter para el estira y afloja, y tener oídos para todas".
Este oficio, que ha sacado adelante a miles de mujeres maquiladoras de camarón, actualmente está en peligro de extinción, pues la mayoría son personas grandes, y a las jóvenes no les interesa mucho enseñarse. Y si lo hacen, luego, luego se van.
"Las mujeres jóvenes ya no quieren enseñarse, se les hace muy difícil, prefieren trabajar en tiendas o en hoteles y salir al día. Las empacadoras ya estamos viejitas, nos estamos acabando, yo no sé quién va a hacer nuestro trabajo cuando nosotras, las que estamos ahorita, ya no podamos trabajar".
En Mazatlán existen alrededor de mil 500 mujeres empacadoras de camarón, las cuales se mantienen con trabajo mientras dura la temporada de camarón, de septiembre a marzo, más o menos, el resto de los meses la pasan sin un empleo fijo, en hoteles o en casas particulares donde limpian, lavan y planchan, para poder así llevar el sustento a sus familias.
DATOS
50 años de empacadora
12 años tenía cuando se inició en la actividad.
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