Mazatlán, Sin.- Sentada sobre una cubeta a las afueras de una tienda departamental en el Centro de Mazatlán, con su guitarra en mano, micrófono diadema y una bocina ya toda “remachada”, Milagros de Jesús canta en las calles a cambio de unas monedas.
Es invidente de nacimiento, pero eso no ha sido impedimento para salir adelante. Desde muy pequeña empezó a cantar y a los 16 años aprendió a tocar este instrumento de cuerdas.
"Me gusta mucho cantar la música de antes, lo romántico, lo de ahorita no me gusta; mi canción favorita se llama 'Sin fortuna', de Gerardo Reyes, me gusta mucho lo que dice", contó.
Y como dice la letra de esa melodía: “Yo nací sin fortuna y sin nada. Desafiando al destino de frente…”, así Milagros ha labrado su propio camino y con su voz le canta a la esperanza de tener un mejor futuro.
POR UNAS MONEDAS
Cuando era niña, recuerda que los vecinos de su colonia se reunían en la calle y le pedían que cantara, luego se cooperaban para darle una propina.
"Ya ni me acuerdo cómo descubrí que cantaba, porque desde muy pequeña lo hacía, lo que sí recuerdo es que toda la cuadra de mi colonia donde yo vivía se juntaba, me ponían a cantar y se cooperaban. Así fue como dije: ‘yo voy a vivir de esto’… y aquí sigo", recordó.
Con su guitarra ha recorrido ya varias calles del Centro, aunque al principio le daba vergüenza.
"Yo quería trabajar en la Ley Del Mar vendiendo periódicos, porque yo sólo cantaba en taquerías o en restaurantes, y ahí fue cuando dije: 'voy a trabajar en lo que yo sé hacer mejor', ese día se me acabó la vergüenza, porque con ella no se hace nada, no se come, y hay que salir adelante con lo que uno sabe hacer", confesó.
Al trabajar en las calles y sin un sueldo fijo, depende completamente de las propinas de la gente. Ahora con la pandemia del Covid-19 ha sido muy complicado llevar el sustento a casa, pues es menor la afluencia de personas en la vía pública.
"Es muy difícil ahorita por la pandemia porque casi no sale la gente a la calle, estos días me ha ido muy mal; hay días buenos y días malos", expresó.
A sus 36 años de edad, sale a trabajar todos los días, es raro cuando se toma un "descanso”; generalmente llega a las 9:00 de la mañana y se va hasta el anochecer.
"Aquí vivo, les digo a mis amistades que cuando me quieran encontrar me busquen en mi segunda casa, porque en la primera no me encuentran", dijo.
Mensualmente recibe un apoyo económico del gobierno federal y junto con lo que gana en las propinas tiene que salir para mantener a sus dos hijos y ayudar a su mamá que está enferma.
"Esta guitarra me la compré yo en un mes que nos llegó el apoyo doble, me costó 800 pesos, porque con la otra ya tenía cuatro años, ya estaba quebrada, encintada, ya pedía auxilio", comentó.
INCIDENCIA
Vivir con una discapacidad visual no ha sido fácil, sobre todo porque tiene que depender de alguien más para moverse, sin embargo, en el camino ha encontrado buenas amistades que le han ayudado.
La vida de Milagros ha sido difícil desde su nacimiento; su madre la dio a luz a los 7 meses de gestación y a causa del parto prematuro tuvo problemas de la vista.
Los doctores a los que visitó le dijeron que su padecimiento ya no tenía cura.
Aunque a veces ya no quiere gastar, ni sufrir, pues su familia es de escasos recursos y no tiene cómo pagar estudios médicos y operaciones, ha llegado a pensar que con las nuevas tecnologías podría haber una cura. A finales de este mes visitará a un neuro-oftalmólogo a ver qué le dice.
"Le agradezco a Dios, a lo mejor me quitó una cosa, pero me dio otra, y estoy contenta por hacer esto, que es lo que me gusta", expresó.
NO SE RINDE
Mensualmente, Milagros de Jesús recibe un apoyo económico del gobierno federal y junto con lo que le dan de propina mantiene a sus dos hijos y ayuda a su mamá que está enferma.
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