Mazatlán, Sin.- El deber de estudiar una carrera universitaria trajo a los jóvenes Farid González y Ernesto Misael al puerto de Mazatlán; uno de La Paz, Baja California Sur, el otro del municipio sureño de Escuinapa; ellos se conocieron en la Casa del Estudiante de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Fue la necesidad de obtener ingresos y sustentar sus gastos lo que los llevó a buscar un empleo. Desde hace tres años, junto a otros estudiantes y moradores de la casa, venden elotes en un puesto ubicado en la calle Aquiles Serdán, en el Centro de la ciudad, frente a una conocida tienda de ropa. Farid estudia Enfermería; Ernesto se inclinó por el Derecho, ambos están en la recta final de la licenciatura.
"La carrera implica mucho gasto, además de los productos de aseo personal, para los camiones, necesitamos trabajar, viniendo de fuera no es fácil conseguir algún tipo de apoyo, por eso tuvimos que salir a buscar trabajo", contó Farid.
Cuando recién llegó al puerto, tenía apenas 17 años, sin conocer a nadie, ni a la ciudad, empezó a trabajar de mesero en un restaurante, ahí un conocido lo recomendó con el propietario del carrito de elotes; él fue el primer trabajador de ese puesto, después invitó a más compañeros.
"Yo llegué rentando, pero tuvimos unos problemas económicos, mis papás me apoyaban en ese, momento, hablé con el casero pero no quiso, tuve que buscarle dónde vivir y pregunté por la Casa del Estudiante", narró.
Al principio, por la emoción de mudarse otro lugar, pensó que sería fácil adaptarse, sin embargo, después de vivir la experiencia se dio cuenta que es muy difícil acostumbrarse, dejar su lugar de origen y a la familia.
"Hay más destinos donde poder estudiar Enfermería, pero Mazatlán fue lo más cerca que yo tenía, en mi ciudad sí está la carrera, pero en universidad privada y el gasto iba a ser tres o cuatro veces más de lo que se está haciendo aquí", agregó.
Ser estudiante, foráneo y además tener un empleo, era de por sí ya pesado para los jóvenes, pues tenían que ajustarse a los horarios y sacrificar algunas otras actividades. Cuando llegó la pandemia por el Covid-19 y las clases virtuales la situación se tornó todavía más complicada.
Ambas carreras son muy exigentes y demandantes, que requieren de mucho conocimiento para poderse ejercer, entre clases, prácticas y el trabajo no se dan abasto; no obstante, en el puesto les dan ciertas flexibilidades para que puedan acudir a sus actividades escolares.
"Se me ha hecho muchísimo más pesado tomar las clases con la pandemia, porque te exigen dos veces más, mi carrera es muy práctica, es muy de estar ahí con el paciente, en este caso tenemos que simular que tenemos un paciente, pero tenemos que salir a trabajar, porque si no, no hay dinero", comentó.
UN TRABAJO DIGNO
Los jóvenes estudiantes nunca se imaginaron que algún día estarían trabajando vendiendo elotes, pero todo esto los ha llenado de aprendizajes y los ha enseñado a valorar más las cosas, a la familia y el dinero.
"No tiene nada malo trabajar aquí, al principio lo miraba así y mucha gente piensa que sólo nos dedicamos a esto o que no hacemos otra cosa, y no, todos mis compañeros tienen su carrera, están estudiando y ha habido mucha gente que ha sido grosera con nosotros o nos ha querido hacer menos por el trabajo que tenemos", expresó.
Al joven de apenas 21 años de edad le gustaría regresar a su lugar de origen a realizar el servicio social y aunque atender un puesto de elotes y ser enfermero son cosas muy diferentes, para él tienen mucha similitud, ya que en ambas se requiere el trato con las personas, en una con el cliente y en otra con el paciente.
"Me gusta mucho la atención, tener a mis pacientes, tratar a las personas y estoy un poco más enfocado al adulto mayor, porque creo que es el paciente más descuidado en el sector salud y se va a escuchar mal, pero considero que el sistema de salud no les da una muerte digna y sus últimos momento deben ser bonitos, no atendiéndolos mal o haciéndoles malas caras, es un paciente complicado, pero hay que hacer que sus últimos días sean mejores", mencionó.
VENTA
La vendimia es de lunes a viernes de 4:30 a 9:00 de la noche, en el puesto ubicado contra esquina del mercado Pino Suárez, en la calle Aquiles Serdán. Los comensales podrán disfrutar de un elote calientito en sus diferentes presentaciones, acompañado de queso, aderezos y salsa.
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