Mazatlán, Sin.- Alberto Segovia Aguilar, de 39 años de edad y vecino de la colonia Sánchez Celis de Mazatlán, no tuvo la oportunidad de estudiar porque trabajó desde muy niño para ayudar a su mamá y sus hermanos.
Desde hace 10 años se dedica a la pesca de escama, una actividad que a simple vista podría parecer sencilla, pero no es así, además de un gran esfuerzo físico, se requiere de paciencia y dedicación para poder llevarla a cabo.
Los pescadores como Alberto padecen problemáticas que han debilitado su oficio y condiciones de vida. A la sobreexplotación de especies, zonas de captura cada vez más distantes, altos precios de insumos, falta de ordenamientos pesqueros y precios justos, se ha sumado la pandemia del coronavirus.
La pesca para él no es ajena, pues siempre ha convivido con hombres de mar, ya que su abuelo y sus tíos han practicado el oficio por muchos años y ahora también es parte de su vida.
Continuar en las capturas de las diferentes especies de escama ha sido difícil en esta contingencia sanitaria del Covid-19, pues cientos de personas están sin empleo actualmente.
Por ser considerada una actividad esencial, la pesca se desarrolla de manera normal, sin embargo no hay a quién vender lo que se captura, pues la mayoría de los negocios con quien comercializan sus productos han permanecido cerrados por tres meses.
El coronavirus afectó mucho los precios, se vino para abajo todo, lo que vendíamos en 60 pesos, ahora está a 25 pesos, la corvina la dábamos en 50 o 60, ahora la vendemos a 20 pesos el kilo; el robalo igual, de 90 pesos que lo vendíamos, lo están comprando en 40 pesos.
Alberto
Alberto es uno de los pescadores del Estero del Infiernillo, la pesca le da para vivir y la disfruta mucho, se siente libre, le resulta muy relajante el agua, los paisajes y la puesta de sol.
Es pesado el trabajo, pero tiene su recompensa, se adapta uno. He tenido otros trabajos, pero me gusta más este, me siento más libre y con lo que gano puedo ayudar a mi familia.
Alberto
Para los pescadores todos los días son iguales, trabajan todo el año, sábados domingos y días festivos, porque hay meses dónde sacan sierra, otros pargo u otro tipo de especies marinas.
Los tiempos ya no son como antes, de hecho los pescadores viejos nos cuentan que años atrás aquí cerca agarrabas en un par de horas 60 kilos de pescado bueno y ahora cada vez tienes que ir más lejos, las especies se van más a altamar, ya apenas capturas 20 kilos y otros días dos o nada.
Alberto
recuerda que una vez se embarcó en un camaronero, para probar suerte, pero no le gustó porque duran de dos a tres meses en altamar y aunque no se gana igual, prefiere entrar y salir todos los días y regresar a su casa.
En esta década le han tocado lluvias y vientos muy fuertes que han puesto en peligro su vida, afortunadamente no ha pasado de un susto, con la experiencia ha aprendido a salir delante de este tipo de situaciones.
El joven en los últimos meses sale a pescar solo, pero normalmente trae un marinero, porque hay maniobras donde se necesitan dos personas, sobre todo porque utilizan diferentes artes de pesca, como chinchorros, cimbras y piolas.
A bordo de su lancha, bajo el sol, pero con una sonrisa en el rostro, acepta que no todos los días son buenos. A veces capturan en bastante cantidad, otras no funciona igual. Las especies tienen su ciclo, pero también se requiere de un poco de suerte, paciencia y mucha pasión por una actividad que está a "punto de morir".
DATOS
39 años de edad tiene Alberto Segovia
10 años dedica a la pesca de escama.
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