/ sábado 2 de enero de 2021

Sobreviven discapacitados al 2020… pero ¿qué sigue?

Pasan la pandemia confinados en casa, la mayoría sin empleo ni apoyo ni atención, en espera de que alguien les eche la mano

Mazatlán, Sin.- La inclusión es un tema que todavía no aterriza del todo en la sociedad, en los programas gubernamentales y el sector laboral, como quedó demostrado durante el año 2020, ya que la mayoría de las personas con alguna discapacidad permaneció confinado en su casa, sin empleo, apoyo y atención, sobreviviendo “a la buena de Dios”, con poca ayuda y, los menos, con una que otra despensa, a pesar de ser una de las poblaciones más vulnerables ante la pandemia del coronavirus.

De cada 10 personas discapacitadas en Mazatlán, solo dos o tres tienen trabajos estables o apoyo permanente de parte del gobierno federal, principalmente quienes tienen menos de 29 años de edad, que son los únicos que alcanzan a entrar a los programas de bienestar, el resto está en espera de la promesa que les dio el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando andaba en campaña: la pensión universal para personas con discapacidad permanente.

Y para colmo, el año 2021 se presenta como un año difícil no solo para ellos, sino para toda la sociedad que buscará reponerse de las secuelas del Covid-19 en la salud, en lo económico, laboral y en lo social, con la esperanza de que ahora sí les cumplan con la pensión tan “cacareada” por el gobierno federal y que de seguro será bandera para quienes pretendan este año un puesto de elección popular.

Tal es la expectativa que tiene José Antonio Muñoz Pérez, integrante desde hace más de 10 años del grupo Fraternidad de Personas Excepcionales de Mazatlán, donde funge actualmente como presidente de esta asociación civil que data de 1992.

José tiene 60 años de edad, padece artritis reumatoide y psoriasis; desde los 2 años, cuando apenas empezaba a caminar, le dio fiebre reumática que le afectó sus habilidades motoras, y ya no pudo andar, sino hasta los 8 años que fue sometido a una operación en la Ciudad de México.

Es originario del pueblo minero de Plomosas, que se ubica aproximadamente a 95 kilómetros al sureste de Mazatlán, su familia se vino a vivir al puerto cuando él tenía año y medio, con mucho esfuerzo y con la ayuda de su familia, estudió hasta la preparatoria.

Y a pesar de que se vale por sí mismo en cuanto a movilidad, no ha podido encontrar un trabajo estable, solo por temporadas en ventas de electrodomésticos, muebles, electrónica, en comercio y lo más reciente, en rentas de casas, siempre ganando por comisión.

Él es uno de los que esperan con inquietud y congoja la pensión universal para personas con discapacidad, ya que actualmente solo recibe el apoyo económico del DIF municipal, de mil 050 pesos cada tres meses, mientras que la ayuda económica de bienestar que se entrega a menores de 29 años es de 2 mil 600 pesos por bimestre.

Foto: Juan Carlos Ramírez │ El Sol de Mazatlán

POCAS OPCIONES

Muñoz Pérez comenta que desde que inició la pandemia del coronavirus ha batallado mucho para conseguir un ingreso extra en las ventas, pues la mayoría de las empresas y negocios consideran a las personas con alguna discapacidad como población vulnerable que tiene que estar confinada por el riesgo de contagio de Covid-19.

En todo este tiempo han sobrevivido él y su madre, de la pensión por jubilación que ella recibe y que es el mínimo, pues se retiró como recamarera de uno de los hoteles de la ciudad, así como del apoyo que le llega por trimestre y dos o tres despensas que le entregaron por parte del DIF, durante los meses más difíciles de la pandemia.

Refiere que de las personas que conoce, tanto de los que han pasado por la asociación a la que pertenece, así como de grupo Pargo, son pocos los discapacitados que tienen trabajo estable. Asegura que de cada 10, dos o tres tienen empleo o reciben el apoyo del gobierno federal.

De los que trabajan, agregó, se desempeñan como empleados de tiendas de conveniencia, negocios comerciales y ventas, con el sueldo mínimo.

“Son contados los que trabajan en algo, algunos que tienen estudios de universidad no tienen chamba porque no los aceptan en las empresas, les cierran las puertas, hay mucha competencia, más que nada se les dificulta la transportación, ir al médico también, es difícil cuando no tienes los medios”, expresó.

Miembros de la Fraternidad de Personas Excepcionales de Mazatlán. Foto: Juan Carlos Ramírez │ El Sol de Mazatlán

EN BUSCA DE AYUDA

Como asociación, Fraternidad de Personas Excepcionales de Mazatlán es dirigida desde su creación por personas con alguna discapacidad, ha sobrevivido gracias al esfuerzo de cada uno de sus integrantes; pese a los obstáculos y carencias, se mantienen firmes en ayudar a otros que inician en el proceso de la discapacidad.

Hasta antes de la pandemia, se reunían en la escuela primaria Ignacio Zaragoza, de la colonia Pueblo Nuevo, que les abrió las puertas hace más de 20 años, al ser uno de los primeros planteles con instalaciones de inclusión, donde conviven con otros que están en su misma condición o peor, con el propósito de buscar desarrollarse en lo físico, intelectual y emocional.

Entre los congregantes hay cuadripléjicos, personas con problemas psicomotores o malformaciones, amputados por diabetes, gente de la tercera edad que ya no pueden caminar y que se suman a las tareas de esta asociación civil.

Foto: Juan Carlos Ramírez │ El Sol de Mazatlán

Puedes leer: Fraternidad de Personas Excepcionales se abre camino sin apoyo ni recursos

José señala que en administraciones pasadas, el DIF ayudaba a transportar a las personas del grupo, periodo en que hubo más asistentes; sin embargo, este apoyo también desapareció, por lo que ya tienen años tocando puertas para adquirir una camioneta van automática para transportar a los integrantes de la Fraternidad.

Actualmente, el grupo lo integran entre 20 y 30 personas, pero muchos de ellos no pueden asistir por su inmovilidad, y al no tener los suficientes recursos, tampoco se pueden desplazar en transporte público.

De ahí la importancia de conseguir una unidad, de ser posible con rampa, para auxiliar a quienes no pueden moverse, así que seguirán insistiendo ante todas las instancias este año 2021, asegura José Muñoz, quien da su número de teléfono (6691-26-70-56) para si hay personas interesadas en apoyar esta causa.

Integrantes del grupo Fraternidad de Personas Excepcionales, durante una de sus actividades en la escuela Ignacio Zaragoza. Foto: Juan Carlos Ramírez │ El Sol de Mazatlán

Refiere que solo les queda seguir tocando puertas, pedirle a Dios que los ayude, esperar a que las cosas mejoren en el 2021 y que se cumplan sus demandas, entre ellas la pensión universal para personas con discapacidad permanente y adquirir una van para transportar a los integrantes del grupo, de lo demás, concluyó, ellos se encargan.



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Mazatlán, Sin.- La inclusión es un tema que todavía no aterriza del todo en la sociedad, en los programas gubernamentales y el sector laboral, como quedó demostrado durante el año 2020, ya que la mayoría de las personas con alguna discapacidad permaneció confinado en su casa, sin empleo, apoyo y atención, sobreviviendo “a la buena de Dios”, con poca ayuda y, los menos, con una que otra despensa, a pesar de ser una de las poblaciones más vulnerables ante la pandemia del coronavirus.

De cada 10 personas discapacitadas en Mazatlán, solo dos o tres tienen trabajos estables o apoyo permanente de parte del gobierno federal, principalmente quienes tienen menos de 29 años de edad, que son los únicos que alcanzan a entrar a los programas de bienestar, el resto está en espera de la promesa que les dio el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando andaba en campaña: la pensión universal para personas con discapacidad permanente.

Y para colmo, el año 2021 se presenta como un año difícil no solo para ellos, sino para toda la sociedad que buscará reponerse de las secuelas del Covid-19 en la salud, en lo económico, laboral y en lo social, con la esperanza de que ahora sí les cumplan con la pensión tan “cacareada” por el gobierno federal y que de seguro será bandera para quienes pretendan este año un puesto de elección popular.

Tal es la expectativa que tiene José Antonio Muñoz Pérez, integrante desde hace más de 10 años del grupo Fraternidad de Personas Excepcionales de Mazatlán, donde funge actualmente como presidente de esta asociación civil que data de 1992.

José tiene 60 años de edad, padece artritis reumatoide y psoriasis; desde los 2 años, cuando apenas empezaba a caminar, le dio fiebre reumática que le afectó sus habilidades motoras, y ya no pudo andar, sino hasta los 8 años que fue sometido a una operación en la Ciudad de México.

Es originario del pueblo minero de Plomosas, que se ubica aproximadamente a 95 kilómetros al sureste de Mazatlán, su familia se vino a vivir al puerto cuando él tenía año y medio, con mucho esfuerzo y con la ayuda de su familia, estudió hasta la preparatoria.

Y a pesar de que se vale por sí mismo en cuanto a movilidad, no ha podido encontrar un trabajo estable, solo por temporadas en ventas de electrodomésticos, muebles, electrónica, en comercio y lo más reciente, en rentas de casas, siempre ganando por comisión.

Él es uno de los que esperan con inquietud y congoja la pensión universal para personas con discapacidad, ya que actualmente solo recibe el apoyo económico del DIF municipal, de mil 050 pesos cada tres meses, mientras que la ayuda económica de bienestar que se entrega a menores de 29 años es de 2 mil 600 pesos por bimestre.

Foto: Juan Carlos Ramírez │ El Sol de Mazatlán

POCAS OPCIONES

Muñoz Pérez comenta que desde que inició la pandemia del coronavirus ha batallado mucho para conseguir un ingreso extra en las ventas, pues la mayoría de las empresas y negocios consideran a las personas con alguna discapacidad como población vulnerable que tiene que estar confinada por el riesgo de contagio de Covid-19.

En todo este tiempo han sobrevivido él y su madre, de la pensión por jubilación que ella recibe y que es el mínimo, pues se retiró como recamarera de uno de los hoteles de la ciudad, así como del apoyo que le llega por trimestre y dos o tres despensas que le entregaron por parte del DIF, durante los meses más difíciles de la pandemia.

Refiere que de las personas que conoce, tanto de los que han pasado por la asociación a la que pertenece, así como de grupo Pargo, son pocos los discapacitados que tienen trabajo estable. Asegura que de cada 10, dos o tres tienen empleo o reciben el apoyo del gobierno federal.

De los que trabajan, agregó, se desempeñan como empleados de tiendas de conveniencia, negocios comerciales y ventas, con el sueldo mínimo.

“Son contados los que trabajan en algo, algunos que tienen estudios de universidad no tienen chamba porque no los aceptan en las empresas, les cierran las puertas, hay mucha competencia, más que nada se les dificulta la transportación, ir al médico también, es difícil cuando no tienes los medios”, expresó.

Miembros de la Fraternidad de Personas Excepcionales de Mazatlán. Foto: Juan Carlos Ramírez │ El Sol de Mazatlán

EN BUSCA DE AYUDA

Como asociación, Fraternidad de Personas Excepcionales de Mazatlán es dirigida desde su creación por personas con alguna discapacidad, ha sobrevivido gracias al esfuerzo de cada uno de sus integrantes; pese a los obstáculos y carencias, se mantienen firmes en ayudar a otros que inician en el proceso de la discapacidad.

Hasta antes de la pandemia, se reunían en la escuela primaria Ignacio Zaragoza, de la colonia Pueblo Nuevo, que les abrió las puertas hace más de 20 años, al ser uno de los primeros planteles con instalaciones de inclusión, donde conviven con otros que están en su misma condición o peor, con el propósito de buscar desarrollarse en lo físico, intelectual y emocional.

Entre los congregantes hay cuadripléjicos, personas con problemas psicomotores o malformaciones, amputados por diabetes, gente de la tercera edad que ya no pueden caminar y que se suman a las tareas de esta asociación civil.

Foto: Juan Carlos Ramírez │ El Sol de Mazatlán

Puedes leer: Fraternidad de Personas Excepcionales se abre camino sin apoyo ni recursos

José señala que en administraciones pasadas, el DIF ayudaba a transportar a las personas del grupo, periodo en que hubo más asistentes; sin embargo, este apoyo también desapareció, por lo que ya tienen años tocando puertas para adquirir una camioneta van automática para transportar a los integrantes de la Fraternidad.

Actualmente, el grupo lo integran entre 20 y 30 personas, pero muchos de ellos no pueden asistir por su inmovilidad, y al no tener los suficientes recursos, tampoco se pueden desplazar en transporte público.

De ahí la importancia de conseguir una unidad, de ser posible con rampa, para auxiliar a quienes no pueden moverse, así que seguirán insistiendo ante todas las instancias este año 2021, asegura José Muñoz, quien da su número de teléfono (6691-26-70-56) para si hay personas interesadas en apoyar esta causa.

Integrantes del grupo Fraternidad de Personas Excepcionales, durante una de sus actividades en la escuela Ignacio Zaragoza. Foto: Juan Carlos Ramírez │ El Sol de Mazatlán

Refiere que solo les queda seguir tocando puertas, pedirle a Dios que los ayude, esperar a que las cosas mejoren en el 2021 y que se cumplan sus demandas, entre ellas la pensión universal para personas con discapacidad permanente y adquirir una van para transportar a los integrantes del grupo, de lo demás, concluyó, ellos se encargan.



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