Mazatlán, Sin. - Lo que inició como un pasatiempo para Sergio de Alba Luna Pérez, hoy a sus 80 años de edad, se ha convertido en una terapia ocupacional el construir figuras con palillos de madera de diferentes tipos.
Al ingeniero agrónomo de profesión, desde niño le gustaron los cubos de madera, regalo que siempre le traía de obsequio su padre, que era doctor, cuando iba a la Ciudad de México; se trataba de un estuche con tapadera y al interior venían muchas piezas pequeñas de diferentes formas, como arcos y pilares, con los que hacía casitas y castillos.
En 64 años ha logrado construir casi mil piezas, entre casas, iglesias, aviones, barcos, trenes, vehículos, entre otros, y nunca ha vendido ninguna, ya que su objetivo es donarlas a un museo y que adultos mayores del DIF puedan tomar este hobbie y aprender a elaborarlas para tener la oportunidad de lograr un ingreso a través de ellas.
“Nunca he vendido ninguna, sí he regalado. Tengo cerca de mil creaciones, en Guadalajara, donde tengo una hermana, en Tijuana también tengo, porque cuando voy a visitar a mi hija me pongo a hacer y allá las dejo, pero aquí en Mazatlán tengo la mayor cantidad”, dice al mostrar con mucha alegría y gozo su obra.
En su colección se pueden encontrar cosas típicas de Mazatlán, como la pulmonía, el safari y la lanchita en la que se cruza a la Isla de la Piedra.
Destacó que su hobbie no es muy caro, sin embargo, en los últimos años se ha vuelto muy problemático conseguir el material, pues en los supermercados ya no se encuentran los palillos planos, la mayoría son redondos y de dos puntas, y esos no le sirven del todo, también utiliza los palillos botaneros, para brocheta, de manteles individuales, de sushi, abanicos chinos, de todo un poco.
Con una caja de 750 palillos que le cuesta un dólar, hace dos casitas; para terminar una amueblada se tarda dos días y a una iglesia le invierte hasta dos semanas, porque tiene más detalles.
A don Sergio, que nació en 1939 en Mazatlán, le hubiera gustado ser arquitecto, pero como no se llevaba muy bien con las matemáticas decidió estudiar Ingeniería Agrónoma en la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar, en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde se encontró con la materia de Topografía y Trigonometría, en la que dio buenos resultados.
Recuerda que en el penúltimo año de la carrera tenía una clase de dibujo que se llamaba Construcciones Rurales. Ahí realizó corrales, en las formas más básicas, que eran para gallinas y ganado, y una casa para el mayordomo. Le gustó tanto al maestro que exentó la materia y la casita se quedó como exhibición para las siguientes generaciones.
Años después entendió que sí la hubiera hecho como arquitecto, pero fue la desconfianza la que lo llevó a tomar otra carrera en la que también aprendió y disfrutó mucho.
Terminó su carrera y su primer trabajo fue en Mexicali, en la empresa Algodonera del Valle, como Entomólogo, rama de la Zoología que se encarga del estudio de los insectos, lamentablemente el trabajo se terminó en un año, lo que lo obligó a regresar a Mazatlán y como tenía pendiente su tesis se fue a Culiacán a un rancho, para hacerla en Exportación a Estados Unidos.
Posteriormente empezó a hacerse cargo de los negocios de la familia, ya que su padre tenía un campo para tráiler park y un motel chiquito donde se quedó tres años y medio, luego se fue trabajar en una huerta de aguacate en Navolato, y de ahí se fue a Teacapán a quitar mango para plantar aguacate.
Fue en ese tiempo cuando don Sergio enfermó de hepatitis amebiana, y tuvo que regresar al puerto a recuperarse, necesitaba mucho reposo porque el tratamiento era fuerte. Entonces se consiguió un block para dibujar las casas que recordaba de Teacapán, pero luego entendió que eso no era lo suyo, recordó la casita que hizo en la universidad y empezó a construir la vivienda del tráiler y el motelito.
Para el año 1955 empezó a construir las primeras dos casitas, a ojo de escala, con picadientes delgaditos, que eran pegados con resistol blanco, pero tuvo que cambiar por lo costoso y lo tardado para secarse.
Fue en una ferretería de la avenida Rafael Buelna donde me recomendaron el pegamento Sigma, que seca bien, rápido y sobre todo que era muy barato y hasta la fecha es el que uso, entonces empecé hacer las cabañitas tipo del Viejo Oeste, basándome en revistas, las empecé sin base y luego comencé a amueblarlas.
Sergio de Alba Luna Pérez
A lo largo de su vida ha estado en diferentes lugares, por cosas del trabajo o familiares, en donde ha compaginado sus actividades diarias con la creación de las figuras de palillos de madera.
Nunca ha dejado de elaborar figuras, sus manos y su mente se mantienen permanentemente ocupadas en esta actividad, la cual disfruta y lo hace transportarse a los lugares de donde vienen sus creaciones.
Desde hace ya varios años radica en Mazatlán, donde con más tiempo desarrolla su creatividad. Últimamente se ha enfocado en las iglesias, ya realizó la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, las de las ciudades de Guadalajara, Morelia, Mazatlán, Culiacán y las iglesias de El Rosario, El Quelite, La Noria, Copala, Villa Unión y muchas más.
Las figuras de diferentes tamaños que ha construido con sus manos a lo largo de su existencia, las atesora en su casa, y aunque cada vez se le dificulta más hacer las piezas pequeñas, porque se cansa, seguirá construyéndolas porque es una actividad que lo relaja, a través de la cual se siente útil y que además lo mantiene ocupado, ya que es una persona que no puede estar quieta por mucho tiempo.
DATOS
750 palillos utiliza para armar dos casitas.
DE TODO TIPO
Picadientes, botaneros, para brocheta, de manteles individuales, de sushi y de abanicos chinos, son algunos de los palillos con los que Don Sergio crea sus figuras.
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