Mazatlán, Sin. -En el Panteón Renacimiento, cada 2 de noviembre, Norma Sarabia lleva consigo el peso de dos pérdidas que marcaron su vida de manera indeleble: la de su padre y su sobrina.
La tragedia golpeó primero en 2004, cuando su padre, afectado por el Alzheimer, encontró su final trágico al ser atropellado en la avenida Santa Rosa.
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A pesar del tiempo transcurrido, Norma no deja de rendirle homenaje, llevando veladoras y flores que iluminan y adornan su última morada.
"Fue hace años que mi padre falleció, él tenía Alzheimer cuando salió corriendo fuera de la casa, y un carro lo atropelló ahí en la avenida Santa Rosa, ya son casi 20 años sin mi padre y sigue doliendo, aquí le traemos sus flores y adornos para que tenga adornado todo", expresó Norma.
Pero el dolor se multiplicó en 2008, cuando su sobrina, de tan solo 17 años, perdió la vida en un fatal accidente vial cerca del puente de la marina, bajo la lluvia que intensificó el golpe mortal.
El recuerdo de la joven se torna nostálgico en la mente de Norma, quien en el Día de Muertos redobla esfuerzos para mantener viva la memoria de quienes ya no están físicamente.
"Mi sobrina venía por allá por la marina cuando derraparon en el carro, fue un golpe mortal y ahí fue como alguien tan llena de vida la perdió, es un dolor muy grande, pero la recordamos con mucho cariño siempre", expresó.
En el panteón, el rincón que acoge a sus seres queridos se convierte en un altar especial, lleno de significado y tradición.
Veladoras que titilan con recuerdos y flores que simbolizan la efímera belleza de la vida, todo dispuesto con meticulosidad y amor filial.
Norma Sarabia se suma así a la multitud de personas que, en el Día de Muertos, buscan reconectar con aquellos que partieron.
Entre lágrimas y sonrisas, ella encuentra consuelo en rendir tributo a su padre y sobrina, entrelazando sus recuerdos con la rica tradición que da luz a la oscuridad de la pérdida.