Mazatlán, Sin.- El gigante de hierro de Mazatlán, el mercado “José María Pino Suárez”, no solo es un emblema del puerto, es además un bastión del romance que los turistas nacionales y extranjeros le profesan.
Los adjetivos majestuoso, divino, se quedan cortos en sus expresiones.
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Es un lugar distinto a lo que han visitado en otros puntos del País.
Su ubicación privilegiada y cercana a Catedral asombra a todos.
Desde muy temprano el mercado cobra vida entre sus pasillos para embelesar a sus visitantes, donde pueden encontrar comestibles hasta el recuerdo más básico de su estadía en la Perla del Pacífico.
Su arquitectura, con un aire sumamente europeo, recuerda la influencia francesa de finales del Siglo 19 en el arte y construcciones en el puerto.
Los turistas que acudieron este domingo por la mañana en busca de recuerdos y demás accesorios, de seguro encontraron lo que buscaban, pocos se veían desencantados.
Y la romería, con sus antiguos puntos de ventas de carne, pollo, mariscos, frutas y verduras, tienen más significados ahora que la competencia es con las grandes cadenas nacionales de autoservicio.
Pero para los visitantes el recorrido por sus áreas es el recuerdo de una memoria viva que se niega a morir.