Un “pirata” frente al mar de Mazatlán

Durante tres décadas, Óscar Fermín ha servido a turistas y locales en su palapa ubicada por el Malecón

Marimar Toledo │El Sol de Mazatlán

  · sábado 12 de diciembre de 2020

Óscar Fermín se siente orgulloso de poder servir desde hace 30 años a turistas y locales en una de las tradicionales palapas de Malecón. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Mazatlán, Sin.- Hablar de comida en Mazatlán es hablar de los sabores de la costa sinaloense, donde los camarones, el pulpo, los pescados y los mariscos en todas sus variedades son los protagonistas de la comida típica regional.

Nada se compara con disfrutar unos frescos mariscos mientras se escuchan las olas del mar o qué mejor que ver un atardecer mientras se disfruta de un aguachile, un ceviche o un pescado zarandeado.

Su negocio ha sobrevivido a las crisis y remodelaciones del Malecón de Mazatlán. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Óscar Fermín, de mariscos El Pirata, se siente orgulloso de poder servir desde hace 30 años a turistas y locales en una de las tradicionales palapas de Malecón.

Llegó junto con su familia a Mazatlán desde Nayarit, cuando apenas tenía 8 años y sin saber mucho de mariscos, dos años después sus papás emprendieron este negocio, que con esfuerzo y dedicación de todos lograron consolidarlo y convertirlo en uno de los restaurantes favoritos de turistas y locales.

"Aquí empecé y me quedé, hemos trabajado toda la familia, empezamos cuatro hermanos y mi papá y mamá, y un empleado teníamos, luego, dos, tres y así ahora somos un equipo grande".

Lo que más buscan los comensales es el ostión y el pescado zarandeado, este último es la especialidad de la casa, ya que la receta es una mezcla del estilo Nayarit y Sinaloa.

"Se dieron las cosas, con algunos préstamos logramos comprar este negocio. Yo conocía muy poco de mariscos, aquí fuimos aprendiendo a preparar el pescado zarandeado, en una mezcla de sabores de dos estados".

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán


Para Óscar, siempre ha sido importante consumir los insumos en la localidad, desde muy temprano compra el ostión, en otro lugar el pescado, el camarón con las changueras y las verduras en la yarda.

Aunque tiene una cocinera muy buena, comenta que él hace de todo, pues hay ocasiones en las que ha tenido que entrar a la cocina, pero lo que más le gusta es la barra fría y preparar el pescado zarandeado, también meserea y es mandadero.

A lo largo de tres décadas le ha tocado vivir varias crisis económicas y sanitarias, la más reciente es el coronavirus, que los llevó a cerrar por tres meses su negocio, pero desde la reapertura el 1 de julio, la gente empezó a llegar poco a poco y diciembre es una buena temporada.

"Desde hace tres meses, la venta ha estado muy bien, no hemos dejado de tener gente, los turistas que vienen a Mazatlán siempre buscan estar en la playa y comer mariscos frescos".

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán


Además, le han tocado varias remodelaciones del Malecón, la última fue en 2018, donde eliminaron el estacionamiento del camellón central, lo que ha venido afectar las ventas.

"Nos han tocado varias remodelaciones, lo han hecho varias veces, le quitan, le ponen y ahora con la falta de estacionamiento nos ha pegado mucho, tenemos clientes que vienen de fuera y dicen que una de las cosas que más disfrutaban era llegar a la playa y parar el carro en el Malecón. Está muy bonito y todo, pero sí le falta estacionamiento".

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Otro problema recurrente son los daños ocasionados al lugar por las mareas, pues cada tres o cuatro años llega una marejada fuerte que ocasiona que las olas peguen hasta la barda del Malecón, lo que les impide trabajar, pero son cosas de la naturaleza y ahí no pueden hacer nada, sólo esperar.

El empresario restaurantero empezó a ayudar a sus papás cuando tenía 10 años, a los 11 ya partía cocos, toda su vida ha trabajado y de ahí ha sacado adelante a su familia. Seguirá aquí hasta donde pueda.

El joven, que estuvo a punto de graduarse de abogado, considera que el éxito del negocio es la limpieza, constancia y el buen servicio, para que las personas se vayan contentas.

Llega gente de todo tipo, amable, exigente de más, pero tratamos de que se vayan contentos.

Oscar Fermín



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