Mazatlán, Sin. - La pandemia del Covid-19 cambió la vida de todas las personas. Desde el primer día se privilegió la salud, cayó el turismo, el comercio, los servicios y se perdieron miles de empleos, que hasta el momento no se han podido recuperar.
El turismo, una de las principales actividades económicas del municipio, ha sido muy afectado por esta situación. Se reabrieron las actividades el 1 de julio y aunque en estos meses se ha tenido buena ocupación, los prestadores de servicios añoran el regreso de los cruceros y de los vuelos internacionales, para recibir visitantes de Canadá y Estados Unidos.
Para Pedro Antonio Velarde, operador de taxi del Aeropuerto Internacional de Mazatlán desde hace 25 años, la contingencia del coronavirus irremediablemente le recuerda el problema que tuvo el puerto con la violencia y la influenza, hace más de una década, donde también se perdió mucho turismo, pero nada comparado con lo que hoy se vive.
El conductor de 53 años de edad, y con más de dos décadas dentro de la empresa de Autotransporte del Aeropuerto de Mazatlán, “rema” con las circunstancias adversas para salir adelante en esta pandemia.
De abril a junio el destino estuvo cerrado, casi todos los vuelos suspendieron operaciones y los pasajeros eran muy pocos, prácticamente realizaban guardias en el aeropuerto.
"Desgraciadamente con la situación que se está viviendo, ahorita se suspendieron vuelos internacionales, especialmente de Canadá, lo que terminó con la temporada de invierno, que es de noviembre a abril, afectando casi un 70% sus operaciones, ya que sólo llega el turismo nacional", dice.
El vuelo de Chihuahua les ha dado buenos resultados y confía en que los turistas de los diferentes estados del país sigan visitando el destino como hasta ahorita.
La pandemia vino a cambiar la vida de Don Pedro en todos los sentidos, se redujeron los ingresos para poder mantener a su familia y ha tenido que cumplir con todos los protocolos sanitarios.
Hasta el momento no se ha enfermado, y aunque siente temor, tiene que trabajar para el sustento de la familia, encomendándose a Dios y siguiendo los protocolos de seguridad. Afortunadamente, de 100 compañeros que son, se han contagiados sólo cuatro y con síntomas leves.
De alguna manera, considera que su lugar de trabajo es un poco más seguro, los pasajeros que llegan vienen filtrados y revisados a la hora de abordar y en el caso de los operadores, todos los días desinfectan unidades, les toman temperatura y hacen uso de las medidas sanitarias.
"Nos sentimos protegidos, pero no nos hemos relajado, todos los lunes tenemos revisión de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte para la desinfección de los vehículos, uso obligatorio de cubrebocas y eso nos da un poco de protección, aunque no estamos exentos".
Comenta que los pasajeros cuando llegan al puerto lo primero que preguntan es cómo están los contagios y al momento de abordar las unidades no tienen ningún problema con el uso del cubrebocas, pues se trata de una responsabilidad compartida.
"Los turistas de Chihuahua, Monterrey y la Ciudad de México nos dicen que vienen a Mazatlán porque no hay Covid, es entendible que por el estrés que están viviendo en sus ciudades quieran salir y claro que buscan lugares donde se tengan menos casos activos".
Agrega que además del problema de salud, se suma la competencia desleal que tienen a través del servicio por medio de aplicaciones.
A lo largo de los años han tenido que enfrentar un sin fin de problemas. Con el poco trabajo se complica cubrir los gastos de operación para que las empresas continúen generando las fuentes de ingreso, pues tienen que pagar impuestos.
Comparte que la mejor época fue cuando estaba en operación la desaparecida aerolínea Mexicana de Aviación, ya que contaba con varias frecuencias nacionales e internacionales, de ahí sintió una disminución, pues de hasta 9 vueltas diarias que realizaba cada taxi, hoy con la pandemia apenas echan una.
Su gusto por atender al turista, aprender y conocer gente, lo mantiene activo en la empresa que le ha permitido tener un hogar y seguridad social. Su oficio era la carpintería. Empezó a los 17 años con su padre, quien tenía un taller, luego se fue a Estados Unidos y se regresó para empezar a trabar de operador.
"Me vine de Estados Unidos porque me empezó a caer mal el material que usamos en la carpintería, los solventes, empecé a tener problemas con la salud, cuando llego, empecé a trabajar aquí, este ha sido mi segundo empleo y casa, porque aquí duramos más tiempo".
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Los taxistas del aeropuerto viven su propia pandemia, ya que aunque van todos los días a trabajar, con las cancelaciones de vuelos y restricciones que se han implementado, es poco el turismo que llega al puerto y por consiguiente, pocos los ingresos que ellos tienen. La esperanza sigue siendo la vacunación para lograr la inmunidad que dé la certeza de que el virus ya ha sido controlado.
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