El ministro José Ramón Cossío Díaz nos recibe en su despacho de El Olimpo, como se le conoce al tercer piso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), para hablar de leyes, pero también de política, un tema que la mayoría de sus colegas rehúye. El 30 de noviembre deja este cargo después de 15 años de representar el ala liberal de la Corte.
Cossío Díaz es el ministro más mediático. La actitud dicharachera del abogado contrasta con la solemnidad que se le ve en la Corte. Reconoce que la pérdida de ideologías hace más difícil votar. Después de una disertación sobre la fortaleza del andamiaje institucional de México, concluye que hoy nuestro país no es Venezuela, ya que existen contrapesos: “(El próximo presidente) tiene que contar con que el Poder Judicial le puede decretar nulidades de leyes”.
Y agrega que en México, el Ejército “no ha operado con una lógica propia; no ha operado con una lógica golpista”, como sucedió en Venezuela.
“El Presidente tiene que aprovechar la legitimidad política que le van a dar las urnas, es decir, las elecciones para usar el andamiaje institucional, no aprovecharse de éste; usarlo, en la forma en la que está establecido para ir concretando y realizando esas acciones. Él solo no puede, él puede convocar, puede alentar, pero tiene que usar las formas jurídicas para realizar esas acciones”, comenta en entrevista con El Sol de México.
- ¿México está alejado de ser Venezuela?
- En este momento sí, porque no tenemos un ejercicio del poder de esa naturaleza. Cuando alguien diga "estos actos que considero valiosos" no los voy a llevar al Congreso de la Unión, sino que los haré desde mis decretos; cuando se diga que el presupuesto de egresos no me lo tiene que aprobar la Cámara de Diputados, cuando empecemos a desmoronar las instituciones constituidas, a capturarlas, ahí sí es un proceso diferente.
Hoy con muchas deficiencias, altísimos niveles de corrupción, con altísimos niveles de incompetencia en el ejercicio de las funciones públicas, no hay ese intento de destruir la imagen general de la institucionalidad, frenos y contrapesos, o de ir directamente por la captura de los órganos reguladores y de control; no lo veo.
Advierte que la propuesta de amnistía, hecha por Andrés Manuel López Obrador, para reconciliar a la nación debe analizarse a la luz de un profundo debate y no de “manera simplona” porque se corre el riesgo de lastimar a las víctimas con el perdón de los delincuentes, lo que podría derivar en paramilitares o guerrilla. “Si se empiezan a hacer las cosas tontamente precipitadamente, con una imagen muy simplona de la realidad, hay experiencias históricas de otros países que generan sus propios cuerpos de defensa.
De repente ya no sólo tienes Fuerzas Armadas contra la delincuencia, tienes guerrilla y paramilitares, se complica enormemente, porque en lugar de tener dos grupos razonablemente identificados, se tiene una pulverización del ejercicio de la fuerza, y eso es muy peligroso. Por eso no hay que ser ingenuo, sino sale peor el remedio que la enfermedad”, advierte.
Rompe con el silencio que caracteriza a los togados y opina de todo. Sólo esquiva dos temas: aún reflexionará por quién votará y la grilla que hay entre sus colegas por la renovación de la presidencia de la Suprema Corte, que hace cuatro años implicó 34 rondas de votación interna para la designación de esta posición.
Las elecciones, continúa, son un momento clave para el futuro de México porque no se reduce a elegir un candidato, sino a apostar por una recomposición de las élites que se han agrupado en distintas fuerzas.
“Esta elección es importante, no sólo por un cambio de élites, sino porque hay un cambio geopolítico en el mundo, se están realineando muchísimas cosas de las cuales nosotros somos parte, la pérdida del TLCAN, la guerra de los aranceles. Es una decisión compleja”, dice.
- En los 15 años que ha sido ministro, México ha tenido transformaciones, pero no sé si ayudan a cerrar la brecha de la injusticia.
- Las transformaciones que hemos tenido son sólo el comienzo, ninguna de ellas puede ser una transformación final, más allá de lo que uno piense de cada una de las reformas en lo particular, este conjunto de reformas que se han llamado estructurales es el inicio. Las reformas del presidente Peña Nieto: la educativa o la energética, que han sido de una enorme importancia, la transformación en telecomunicación, son inicios.
- ¿Y qué se requiere?
- Me parece que hay una ilusión del poder transformador de la ley, la ley está cuando aparece un decreto en el Diario Oficial, lo que usted quiera, una sentencia en la Corte, un reglamento, puede aparecer y puede hacer prohibiciones, eso no tiene ningún poder de transformación, ninguno. ¿Por qué? Porque en un mundo como el mexicano donde hay tan altos niveles de impunidad, para que a una persona se le llegue a sancionar, por la relación de alguna conducta ilícita, es muy baja.
- ¿Y un líder por sí solo puede transformar todo esto?
- Una vez que llegue cualquier persona a la Presidencia de la República en los próximos días, dado que tenemos un sistema presidencial por diseño constitucional, esta persona tiene palancas, pero no lo puede todo, tiene que contar con el Congreso de la Unión para la aprobación de leyes, del presupuesto y acciones. Tiene que contar con un administración eficaz, eficiente, inteligente, bien capacitada, tiene que contar con que el Poder Judicial le puede decretar nulidades de leyes, de normas de acciones.
En este contexto, advierte que si el presidente no sabe manejar su administración, su capacidad de transformación estará muy acotada, “porque va a convocar con un discurso, va a convocar con la legitimación, y después se dará cuenta, que si no hay todo ese conjunto de herramientas, lo único que nos quedaremos es con ese hermoso discurso”.
-¿Le convence Andrés Manuel?
-No he definido mi voto. Falta un debate, nos queda un mes para ver qué cosas salen, han empezado a salir artículos críticos de todos. Vale la pena esperar, lo más interesante de este proceso es ejercer un voto informado. Antes resultaba un poco más fácil votar ideológicamente, pero hoy están desdibujadas las ideologías, hay que esperar. Hay cosas de unos que me gustan y otras no. Estoy leyendo. Cossío Díaz admite que la ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero, hoy vinculada a López Obrador, dice que tiene una “voz importante” y conoce muy bien la vida interna de la Corte. “Es importante saber que ella está ahí”.
Después de 30 minutos de conversación, llegamos al proceso interno que enfrentará la Corte el 2 de enero de 2019: el cambio de su presidente. Y la elección de su sucesor, que se dará en un terreno pantanoso en términos políticos. Cossío Díaz deja su cargo el 30 de noviembre, por lo que su proceso de sucesión deberá ser negociado entre el presidente electo, el presidente Enrique Peña Nieto en funciones, y la nueva conformación del Senado.
Al respecto, se pronuncia porque su sucesor no esté ligado a una agenda política partidista y tenga una visión liberal del derecho para garantizar el equilibrio de las decisiones en el Pleno de la Corte.
“Si la persona que me va a sustituir no comparte la manera de ver el derecho y la Constitución y tiene otra distinta, se pueden modificar las maneras en las que hoy la Corte está resolviendo. Por eso cada vez es más peleada, discutida y criticada la elección de los ministros”.
- Hubo mucho desgaste político con la elección de Eduardo Medina Mora
- Hay un proceso donde se hizo experiencia. Y la experiencia es: ¿voy a mandar yo, presidente de la República, o voy a tratar yo presidente electo, de influir de una forma clara en la elección, eso sí es una cuestión distinta.
Suelta una carcajada antes de responder cómo está la grilla entre los togados para elegir a su próximo presidente: “no me he metido, porque son cosas liosas, y yo prefiero no andar en líos, yo ya me voy en unos meses, ya no me toca”.