Sistema de salud reconocerá el dolor como una enfermedad

Se estima que en México hay 30 millones de personas que padecen alguna especie de dolor y que en su mayoría comienza a los 40 años; puede durar de tres meses hasta toda la vida

Nurit Martínez | El Sol de México

  · lunes 13 de diciembre de 2021

El dolor crónico posquirúrgico aumenta de intensidad después de un traumatismo / Foto: Archivo Roberto Hernández

A partir del primer día de enero de 2022 entrará en vigor en México la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) que considerará al dolor como una enfermedad en sí misma, más que como un síntoma de una enfermedad o lesión, y abrirá la posibilidad de que el sistema público de salud brinde servicio médico especializado, medicinas y hasta incapacidades de trabajo a alrededor de 30 millones de mexicanos que padecen este mal, informó la doctora María del Rocío Guillén Núñez.

En entrevista con El Sol de México, la presidenta de la Asociación Mexicana de Estudio y Tratamiento del Dolor (AMETD) señaló que uno de los aspectos más relevantes de la CIE-11 es la inclusión por primera vez del dolor crónico como una enfermedad en sí misma, donde ya no existe la dicotomía del dolor físico o psicológico y tampoco está el dolor funcional, que es un término ambiguo.

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La actualización del catálogo de enfermedades que realizó la Organización Mundial de la Salud (OMS) agranda la lista de 14 mil 400 códigos de malestares y problemas de salud en la población a 55 mil, incluidos los relativos al dolor.

La CIE-10 se publicó en 1990 y ponerla al día después de este tiempo significa que nuestro país tiene que realizar, en las instancias pertinentes de la Secretaría de Salud, los ajustes que se requieren para contar con los recursos materiales, humanos y de infraestructura para el tratamiento del dolor.

En México “se estima que aproximadamente 30 por ciento de la población después de los 40 años tiene algún modelo de dolor que puede estar permanentemente, es decir, por tres meses o más de su vida, y esto se incrementa con el avance de la edad”, indica la especialista. Ello significa que son más o menos 30 millones de mexicanos.

“En el mundo, al igual que en México, el dolor es un problema de salud pública”, sin embargo, lamentó la especialista, su atención “no parece prioridad porque hay otras epidemias como la diabetes y la obesidad”.

Guillén Núñez consideró que “es fundamental tratar el dolor y brindar cuidados paliativos en las personas que lo requieren”.

En el más reciente XL Congreso Internacional de Dolor y Cuidados Paliativos, organizado por la AMETD, la médico paliativista-intervencionista informó que en junio de este año realizó una consulta a todas las instituciones que conforman el Sistema Nacional de Salud. Ahí pudo detectar que sólo existen clínicas del dolor en 117 de los mil 12 hospitales reportados por las entidades de salud.

Foto: Archivo Roberto Hernández

Si a ellos se suman los hospitales que tienen algún servicio de cuidados paliativos la cifra crece a 335, sin embargo, sólo 64 por ciento tiene comités dedicados a organizar y programar acciones en la materia.

Apenas 43 por ciento realiza visitas domiciliarias a pacientes, mientras que 63 por ciento provee consultas externas. Asimismo, solo una tercera parte brinda consulta o asesoría telefónica, lo cual representa algo fundamental para las personas cuya economía no les permite un traslado físico.

“Se observó que los servicios paliativos disminuyeron de 2014 a 2021 alrededor de siete por ciento, posiblemente debido a la reconversión hospitalaria como consecuencia de la pandemia de Covid-19”, agregó.

En julio pasado, este medio publicó una serie de reportajes que evidenciaban el rezago de México en lo que concierne a tratamientos contra el dolor, entre ellos que el país tenía una de las tasas más bajas en América Latina de equipos médicos que brindan cuidados paliativos o el hecho de que la falta de acceso a analgésicos opioides ocasionaba que los enfermos murieran con dolor.

NUEVA CLASIFICACIÓN DEL DOLOR

La nueva clasificación internacional de enfermedades CIE-11 divide el dolor crónico en siete grupos: dolor crónico primario, dolor crónico por cáncer, dolor crónico postquirúrgico o postraumático, dolor crónico neuropático, dolor orofacial y cefalea, dolor visceral crónico y dolor músculo-esquelético.

Guillén refirió que el dolor crónico primario es el que no está asociado a una enfermedad. Citó como ejemplo a pacientes que llegan al consultorio por dolores de contracturas, incluso osteoartritis, que se manifiestan con malestar en el hombro, la cadera y las rodillas por la degeneración articular; pero ese dolor conocido como nosiplástico no tiene en sí una causa orgánica, sino que se trata de fibromialgia.

“Lo peor es que son pacientes que luego de diez o 20 años lo manifiestan, pero muchas veces les dicen que eso lo producen los problemas emocionales. A las mujeres las señalan porque se acaban de divorciar, pero no. Tienen ese dolor que no es orgánico, pero si se les explora, los haces mover extremidades, no pueden ni levantar los brazos. Si sigue la revisión no tienen desgarre ni vértebras desviadas, pero sí llega a ser un dolor incapacitante al grado de no poderse parar”.

Se trata de un modelo de dolor donde aparentemente no hay daño, pero “en el fondo el que falla es el sistema nervioso que se encarga de la transmisión y de la percepción del dolor”.

El dolor primario crónico puede estar presente en una o más regiones anatómicas que además de permanecer por largo tiempo se suele asociar con angustia emocional significativa (por ejemplo, ansiedad, irá, frustración o estado de ánimo deprimido) y discapacidad funcional significativa que interfiere con las actividades de la vida diaria y la participación en roles sociales.

El dolor crónico secundario es aquel que presentan pacientes con cáncer, incluyendo su tratamiento, la quimioterapia.

En tanto que el dolor crónico posquirúrgico o postraumático se desarrolla o aumenta de intensidad después de un traumatismo tisular.

Existe también el dolor crónico neuropático, causado por una lesión o enfermedad del sistema nervioso somatosensorial. Y también las cefaleas secundarias crónicas o el dolor orofacial.

Luego está el dolor visceral secundario crónico, derivado de una infección subyacente que se origina en los órganos internos de la cabeza, el cuello y en las regiones torácica abdominal o pélvica.

Finalmente, otro dolor común es el músculo-esquelético secundario crónico, que afecta huesos, articulaciones y tendones debido a una enfermedad subyacente.

Pese a los rezagos que aún enfrenta México en la materia, la especialista consideró que también existen avances nada despreciables. Uno es que ya se cuenta con una Ley de Cuidados Paliativos (impulsada en 2011), que considera el tratamiento contra el dolor en diferentes etapas de la vida e incluye destinar recursos, insumos y medicamentos necesarios para atender pacientes con este tipo de enfermedad.




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