/ domingo 13 de mayo de 2018

India: arroz a cambio de la huella digital

El almacenamiento de datos de más de mil millones de personas no es
seguro, como ya quedó demostrado; ahora, los receptores de ayuda social cuestionan el número de identificación del sistema Aadhaar

El escándalo de los datos en Facebook también resuena en la India. El debate sobre el mal uso de la información personal está en los titulares de los medios a pesar de que el país no tiene una ley amplia sobre protección de datos.

Recientemente un hacker dejó al descubierto que los datos de los usuarios que utilizan la aplicación personal del primer ministro Narendra Modi fueron cedidos sin su consentimiento a una empresa estadounidense, tal como confirmaron después investigadores indios.

El Partido del Congreso, en la oposición, hizo reproches y se burló de esta situación hasta que el hacker informó de problemas similares en su propia aplicación.

Y todo ello se produce pese a que desde hace tiempo hay motivos para un amplio debate sobre la protección de datos, ya que los indios se están convirtiendo en personas cada vez más trasparentes.

FUNDAMENTO CONTRA EL FRAUDE

Con el programa de identificación estatal Aadhaar, la mayoría de los mil 300 millones de ciudadanos tiene un documento de identificación personal y una base central almacena sus datos personales y biométricos, entre ellos el escaneo del iris o la huella digital.

A partir de julio los receptores de ayuda social tendrán que identificarse con el sistema Aadhaar y posteriormente se vinculará este número con el de identificación fiscal. Lo mismo ocurrirá con los billetes, las tarjetas de teléfono SIM y los pasaportes. Por el momento no se han puesto plazos, ya que el Tribunal Supremo está analizando las demandas presentadas contra el programa.

El Aadhaar, cuya traducción viene a ser “fundamento”, se puso en marcha en 2009 con el anterior gobierno para evitar el fraude en las ayudas sociales. Modi busca ampliarlo ahora como parte de su iniciativa para digitalizar el país.

”Durante mucho tiempo se les vendió como algo voluntario”, explica el prestigioso economista especializado en desarrollo Jean Drèze. “Ahora la gente se da cuenta que en absoluto es voluntario y que en realidad compromete”, agregó el también activista belga, que vive en India desde 1979.

El almacenamiento de datos de más de mil millones de personas no es seguro, indicó la periodista Rachna Khaira, que en enero informó en el diario The Tribune, que a cambio de 500 rupias (poco menos de 150 pesos mexicanos) consiguió que unos hackers accediesen a todo el banco de datos. Los responsables de Aadhaar sacaron sus propias conclusiones de lo sucedido: demandaron a Khaira por fraude y falsificación.

Según el periodista y defensor de las libertades en internet Nikhil Pahwa ese no fue el único fallo de Aadhaar, a pesar de que el Gobierno sostiene que los datos están asegurados. Quien señale los problemas, será perseguido penalmente por la Justicia, señala Pahwa.

Además, asegura que hay mucho fraude a la hora de asignar el número de un documento de identidad si no se comprueba. Y eso tiene consecuencias absurdas, agrega: “Hubo informaciones sobre una silla que obtuvo un número Aadhaar y el documento tenía una foto de la silla. También hay perros con número Aadhaar”.

En opinión de Pahwa, en India está surgiendo en estos momentos un Estado policial. Aadhaar es una gran amenaza tanto para las libertades individuales como para la seguridad nacional, insiste. Ante las inminentes consultas del Tribunal Supremo afirma: “Su decisión será una de las más importantes de la Historia desde la independencia de India”.

Y opina así porque el sistema Aadhaar tiene como consecuencia para muchos millones de indios que estarán controlados por el Estado, como es el caso de los que dependen de las subvenciones estatales para comprar alimentos básicos. También el sistema de reparto correspondiente está vinculado a este número.

En el estado de Jharkhand, uno de los más pobres del país y ubicado en el este, cerca del 86% de los más de 30 millones de residentes reciben arroz subvencionado. Desde mediados del año pasado tienen que demostrar quienes son con la huella del pulgar almacenada en el banco de datos Aadhaar para recibir el arroz. El aparato que se emplea para ello necesita acceso a internet, justo algo que escasea o sencillamente no hay en las zonas rurales. Además, el aparato en ocasiones no lee la huella.

”Hay personas que no pueden comprar su ración de arroz desde que se introdujo el sistema biométrico”, relata el profesor belga Drèze, que actualmente es profesor invitado en Ranchi, la capital de Jharkhand. Cientos de personas han muerto por los problemas con Aadhaar.

Los activistas documentaron cuatro de estos casos el año pasado. Las autoridades negaron sin embargo que las víctimas muriesen de hambre.

Afecta a los más débiles, como a ancianos con la yema del dedo desgastada, viudas que viven solas y que no se aclaran con el sistema, pobres que no se pueden permitir el viaje a la ciudad para vincular su cartilla de alimentos con el número Aadhaar. “Es decir, precisamente a esos a los que tendría que ayudar”, concluye Drèze.

El escándalo de los datos en Facebook también resuena en la India. El debate sobre el mal uso de la información personal está en los titulares de los medios a pesar de que el país no tiene una ley amplia sobre protección de datos.

Recientemente un hacker dejó al descubierto que los datos de los usuarios que utilizan la aplicación personal del primer ministro Narendra Modi fueron cedidos sin su consentimiento a una empresa estadounidense, tal como confirmaron después investigadores indios.

El Partido del Congreso, en la oposición, hizo reproches y se burló de esta situación hasta que el hacker informó de problemas similares en su propia aplicación.

Y todo ello se produce pese a que desde hace tiempo hay motivos para un amplio debate sobre la protección de datos, ya que los indios se están convirtiendo en personas cada vez más trasparentes.

FUNDAMENTO CONTRA EL FRAUDE

Con el programa de identificación estatal Aadhaar, la mayoría de los mil 300 millones de ciudadanos tiene un documento de identificación personal y una base central almacena sus datos personales y biométricos, entre ellos el escaneo del iris o la huella digital.

A partir de julio los receptores de ayuda social tendrán que identificarse con el sistema Aadhaar y posteriormente se vinculará este número con el de identificación fiscal. Lo mismo ocurrirá con los billetes, las tarjetas de teléfono SIM y los pasaportes. Por el momento no se han puesto plazos, ya que el Tribunal Supremo está analizando las demandas presentadas contra el programa.

El Aadhaar, cuya traducción viene a ser “fundamento”, se puso en marcha en 2009 con el anterior gobierno para evitar el fraude en las ayudas sociales. Modi busca ampliarlo ahora como parte de su iniciativa para digitalizar el país.

”Durante mucho tiempo se les vendió como algo voluntario”, explica el prestigioso economista especializado en desarrollo Jean Drèze. “Ahora la gente se da cuenta que en absoluto es voluntario y que en realidad compromete”, agregó el también activista belga, que vive en India desde 1979.

El almacenamiento de datos de más de mil millones de personas no es seguro, indicó la periodista Rachna Khaira, que en enero informó en el diario The Tribune, que a cambio de 500 rupias (poco menos de 150 pesos mexicanos) consiguió que unos hackers accediesen a todo el banco de datos. Los responsables de Aadhaar sacaron sus propias conclusiones de lo sucedido: demandaron a Khaira por fraude y falsificación.

Según el periodista y defensor de las libertades en internet Nikhil Pahwa ese no fue el único fallo de Aadhaar, a pesar de que el Gobierno sostiene que los datos están asegurados. Quien señale los problemas, será perseguido penalmente por la Justicia, señala Pahwa.

Además, asegura que hay mucho fraude a la hora de asignar el número de un documento de identidad si no se comprueba. Y eso tiene consecuencias absurdas, agrega: “Hubo informaciones sobre una silla que obtuvo un número Aadhaar y el documento tenía una foto de la silla. También hay perros con número Aadhaar”.

En opinión de Pahwa, en India está surgiendo en estos momentos un Estado policial. Aadhaar es una gran amenaza tanto para las libertades individuales como para la seguridad nacional, insiste. Ante las inminentes consultas del Tribunal Supremo afirma: “Su decisión será una de las más importantes de la Historia desde la independencia de India”.

Y opina así porque el sistema Aadhaar tiene como consecuencia para muchos millones de indios que estarán controlados por el Estado, como es el caso de los que dependen de las subvenciones estatales para comprar alimentos básicos. También el sistema de reparto correspondiente está vinculado a este número.

En el estado de Jharkhand, uno de los más pobres del país y ubicado en el este, cerca del 86% de los más de 30 millones de residentes reciben arroz subvencionado. Desde mediados del año pasado tienen que demostrar quienes son con la huella del pulgar almacenada en el banco de datos Aadhaar para recibir el arroz. El aparato que se emplea para ello necesita acceso a internet, justo algo que escasea o sencillamente no hay en las zonas rurales. Además, el aparato en ocasiones no lee la huella.

”Hay personas que no pueden comprar su ración de arroz desde que se introdujo el sistema biométrico”, relata el profesor belga Drèze, que actualmente es profesor invitado en Ranchi, la capital de Jharkhand. Cientos de personas han muerto por los problemas con Aadhaar.

Los activistas documentaron cuatro de estos casos el año pasado. Las autoridades negaron sin embargo que las víctimas muriesen de hambre.

Afecta a los más débiles, como a ancianos con la yema del dedo desgastada, viudas que viven solas y que no se aclaran con el sistema, pobres que no se pueden permitir el viaje a la ciudad para vincular su cartilla de alimentos con el número Aadhaar. “Es decir, precisamente a esos a los que tendría que ayudar”, concluye Drèze.

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