/ viernes 20 de octubre de 2017

Alumbran el sendero de los muertos

El productor las ofrece de dos por 45 pesos, también hay de tres por 45 pesos de menor tamaño, y las de 50 pesos la pieza

En el área de húmedos del mercado Benito Juárez de la terminal toluqueña despacha Nicolás Morales, un cerero que lleva 20 años produciendo los cirios y velas que “guían las almas” el Día de Muertos; su trabajo, como el de pocos, es una costumbre casi inmortal entre los mexicanos.

“No es de fábrica, no es de máquina, todo es a mano, hecho en nuestro taller”, explica Nicolás, mientras despacha a sus clientes que llegan al local 375 a adquirirle los cirios, veladoras y ceras.

Una semana antes de terminar el mes de septiembre, el local de la familia Morales se tapiza con el blanquecino de los cirios que son apilados sobre el mostrador para indicar a los clientes que ya están listos para la venta anual. Los hay por cientos y de todos tamaños.

“Por día andamos produciendo unos quinientos a seiscientos kilos, no es mucho porque la demanda es grande”, afirma el cerero del mercado Juárez.

Nicolás, junto con su hijo Orlando, durante todo octubre ofertarán sus ceras a los clientes, que es la temporada buena y que se aprovecha al por mayor. La familia, oriunda de Almoloya de Alquisiras, sigue su producción por tradición, pues su vocación de comerciantes se remonta a dos siglos atrás y el oficio lo han aprendido de su padre, don Leonardo Morales y el de sus abuelos.

Al local, conocido como “Artículos religiosos Santa Teresita”, los clientes llegan por grupos, los hay quienes compran de a cuarto, de a medio y por varios kilos de ceras, cada quien, según el gusto y la economía, aclara Nicolás, mientras envuelve en pliegos de papel un par de velas a uno de sus clientes.

El productor las ofrece de dos por 45 pesos, también hay de tres por 45 pesos de menor tamaño, y las de 50 pesos la pieza, según lo pida el cliente, así oferta el cerero mexiquense en sus primeras semanas de venta.

En el local 375 esta temporada predominan en el mostrador y anaqueles los cirios, pero también se oferta el copal y el incienso. También las veladoras, los San Judas que adornan el fondo del local, junto a los cristos y en vitrinas de cristal están los arcángeles. El negocio debe surtirse de todo, aunque las ceras predominan en la venta.

“Andamos produciendo unas tres toneladas de ceras para la temporada, ya tenemos clientes que vienen cada año y se llevan por kilos”, menciona el dueño del

local 375.

El productor sabe de pies a cabeza su negocio, aunque aclara que su comercio y producción de cirios lo comparte con su carrera de abogado, la que dejó para seguir con la tradición de su familia.

“Soy abogado de formación, pero ahora solo litigo de forma independiente, aunque esta temporada mi trabajo está aquí en mi local, vendiendo las ceras”, comparte Nicolás Morales.

Estos días, previos a la fiesta de las ánimas, es común ver a mujeres que llegan de la zona norte de Toluca, Villa Victoria y Tenango a comprar. Negocian su adquisición de cirios, todo a detalle y como buenas marchantes.

-¿A cómo me lo va dejar estos con adorno? deme precio, -regatea una anciana y don Nicolás consciente a su clienta. Así será durante las siguientes semanas hasta el Día de Muertos, porque su producto de alguna manera sirve para alumbrar el camino que siguen las almas hacia el mundo de los vivos.

En el área de húmedos del mercado Benito Juárez de la terminal toluqueña despacha Nicolás Morales, un cerero que lleva 20 años produciendo los cirios y velas que “guían las almas” el Día de Muertos; su trabajo, como el de pocos, es una costumbre casi inmortal entre los mexicanos.

“No es de fábrica, no es de máquina, todo es a mano, hecho en nuestro taller”, explica Nicolás, mientras despacha a sus clientes que llegan al local 375 a adquirirle los cirios, veladoras y ceras.

Una semana antes de terminar el mes de septiembre, el local de la familia Morales se tapiza con el blanquecino de los cirios que son apilados sobre el mostrador para indicar a los clientes que ya están listos para la venta anual. Los hay por cientos y de todos tamaños.

“Por día andamos produciendo unos quinientos a seiscientos kilos, no es mucho porque la demanda es grande”, afirma el cerero del mercado Juárez.

Nicolás, junto con su hijo Orlando, durante todo octubre ofertarán sus ceras a los clientes, que es la temporada buena y que se aprovecha al por mayor. La familia, oriunda de Almoloya de Alquisiras, sigue su producción por tradición, pues su vocación de comerciantes se remonta a dos siglos atrás y el oficio lo han aprendido de su padre, don Leonardo Morales y el de sus abuelos.

Al local, conocido como “Artículos religiosos Santa Teresita”, los clientes llegan por grupos, los hay quienes compran de a cuarto, de a medio y por varios kilos de ceras, cada quien, según el gusto y la economía, aclara Nicolás, mientras envuelve en pliegos de papel un par de velas a uno de sus clientes.

El productor las ofrece de dos por 45 pesos, también hay de tres por 45 pesos de menor tamaño, y las de 50 pesos la pieza, según lo pida el cliente, así oferta el cerero mexiquense en sus primeras semanas de venta.

En el local 375 esta temporada predominan en el mostrador y anaqueles los cirios, pero también se oferta el copal y el incienso. También las veladoras, los San Judas que adornan el fondo del local, junto a los cristos y en vitrinas de cristal están los arcángeles. El negocio debe surtirse de todo, aunque las ceras predominan en la venta.

“Andamos produciendo unas tres toneladas de ceras para la temporada, ya tenemos clientes que vienen cada año y se llevan por kilos”, menciona el dueño del

local 375.

El productor sabe de pies a cabeza su negocio, aunque aclara que su comercio y producción de cirios lo comparte con su carrera de abogado, la que dejó para seguir con la tradición de su familia.

“Soy abogado de formación, pero ahora solo litigo de forma independiente, aunque esta temporada mi trabajo está aquí en mi local, vendiendo las ceras”, comparte Nicolás Morales.

Estos días, previos a la fiesta de las ánimas, es común ver a mujeres que llegan de la zona norte de Toluca, Villa Victoria y Tenango a comprar. Negocian su adquisición de cirios, todo a detalle y como buenas marchantes.

-¿A cómo me lo va dejar estos con adorno? deme precio, -regatea una anciana y don Nicolás consciente a su clienta. Así será durante las siguientes semanas hasta el Día de Muertos, porque su producto de alguna manera sirve para alumbrar el camino que siguen las almas hacia el mundo de los vivos.

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