Culiacán, Sin.- “La Carta al Padre” es una novela que muestra un constante salto entre el presente y el pasado en el que vemos al progenitor de Frankz Kafka viviendo el duelo de la pérdida de su único hijo varón, con quien siempre tuvo una relación áspera; a su vez, acompañamos a Mara, una joven mexicana que busca comprobar su hipótesis de que Hermann Kafka no era tan mal padre como se percibía.
La mexicana viaja a República Checa a fin de encontrar información acerca del padre del autor de “El desaparecido”, para escribir una biografía desde la perspectiva de que Hermann era un padre inexperto, como cualquier otro en las últimas décadas de 1800.
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Al indagar más en el que un día fue el hogar del escritor bohemio, Mara se encuentra con una secta secreta de personas que veneran los escritos de Kafka como si de textos sacros se tratara, para conocer en carne propia los límites del fanatismo y la locura.
El nacimiento de una gran historia
La primera vez que Sergio tuvo una interacción con la literatura kafkiana fue en la preparatoria cuando leyó “El proceso”, sin entenderlo realmente. Ya en la universidad, buscaba leer literatura retadora, por lo que consiguió una edición barata de “La metamorfosis”, que incluía “La Carta al Padre”; y al mudarse a Ciudad de México comenzó a leer los diarios de Franz Kafka.
“Empecé a notar una constante de qué cada vez que Franz hablaba de la familia, él mismo se cuestionaba porque él no tenía una relación cercana con la familia… muy específicamente, la relación con el padre, que es el gran tema de Kafka”, recordó.
Hermann Kafka y su esposa Julie vivieron la muerte de sus primeros dos hijos varones, antes del nacimiento de Franz, quien representaba el legado del apellido familiar, como se acostumbraba en aquella época.
Pero el sentimentalismo y la pasión por la literatura que caracterizaban a Franz Kafka eran hábitos pocos comunes para su padre, quien se mostraba apático, tirano, inflexible y exigente; o así fue como su hijo siempre lo describió.
Esta imagen unilateral que retrataba a Hermann como un mal padre resonó en la cabeza del mexicano; cuestionándose: realmente, ¿era tan malo?
Ceyca investigó que Hermann Kafka creció en una ranchería muy similar a las que hay en Culiacán; y fue educado en la vieja escuela al hacer su servicio militar en el ejército.
“A lo mejor el padre no era un tipo tan malo, que a lo mejor era más ranchero, digamos; como los padres de acá que a lo mejor no tienen una educación sentimental muy instruida, pero que no son personas con mala intención”, justificó el novelista.
“Era un tipo que quería lo mejor para su familia, y que quizá no tenía las mejores maneras o los mejores tratos para solicitarlo”, especuló.
Basándose en biografías de Kafka y relatos sobre su familia, el escritor culiacanense escribió la novela que encapsula la historia de aquellos que se convierten en un mito más de la humanidad y, a su vez, capturó una parte de las personas que Ceyca más ama.
Pues para escribir el proceso de duelo que vivió Hermann Kafka, el sinaloense tuvo que recurrir a la ficción con base en sus propias vivencias; ya que esa parte de la historia jamás fue registrada.
“Acabé hablando de mi propia familia y de mis propios amigos, y mi propia gente cercana; la gente que más quiero, y eso se transmite mucho en el libro”, dijo Sergio.
Una cultura necrófila
La novela de Ceyca también es una reflexión sobre lo que él llama una cultura necrófila, en la que los vivos adoran con fervor a los muertos; escuchan su música, ven sus películas, aprecian su arte, más que cuando estaban vivos. Para que otros saquen provecho de ello, según las palabras del escritor mexicano.
“El libro también tiene una parte de crítica a este asunto necrofílico, que tiene mucho que ver por, obviamente, sacarle todo el dinero posible (al legado de artistas fallecidos)”, argumentó.
Dedicatoria a la unión
Desde que Sergio Ceyca le comentó a sus padres la idea del libro, ellos manifestaron su interés y apoyo, por lo que optó por dedicarles la novela con una frase que simboliza su unión familiar inquebrantable.
“La Carta al Hijo” comienza con un fragmento parafraseado del poema de Peixoto, que fue escrito tras la muerte de su padre y separaciones que enfrentó la familia conformada por cinco integrantes, que concluía en que, mientras uno viviera, siempre serían cinco.
Por eso modifiqué la línea y le puse: ‘mientras uno de nosotros esté vivo, siempre seremos tres.
puntualizó el novelista Sergio Ceyca